Permítaseme que antes de entrar en la materia que se anuncia en el título de esta entrada, lama mis heridas, tanto las personales como las de mis conciudadanos damnificados desprovistos de soluciones. Aún por recoger del todo la herencia que ha dejado el terremoto, entre otras frustraciones que, no por confirmadas ahora y sabidas desde siempre, dejan de hacer daño, como es el modo de organizarse grismente una reinvención de una Lorca venida a menos y llena de desconches, de cuando en cuando nos llegamos a la ciudad para no dejar que las heridas cicatricen, y revuelvo entre mis cosas para ir recogiendo lo que me apetece y traérmelo hasta Calabardina, porque, en verdad, no volveré a la casa que habitaba. Si protestando se hicieran de otro modo las cosas que no se han hecho bien, estaría veinticuatro horas al día gritando. Por ejemplo: si en junio obligan a desalojar un bloque de viviendas, por poner un ejemplo, ¿por qué hasta pasado un año nadie de la administración ha decidido declarar en ruina económica el edificio? Pensando bien, lo han hecho para que los que ocupan ese edificio, obreros y jubilados mayores, se tengan que gastar ahora una pasta gansa en derribarlo. ¿Es que los técnicos han estado un año estudiando la situación del edificio? ¿Quién lo va a edificar de nuevo? ¿Esa gente que no tenía ni seguro del edificio? Esa es una solución que ofertan. Se van y esa oficina del suelo que han creado edifica y el que no pueda lo pierde todo. Eso creo que va por ahí, aunque me queda informarme mejor. Nunca en hora más aciaga llegó el terremoto.
Entre los ejemplares que he rescatado de CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO, se encuentra el número 256, de abril de 1971. Por esas fechas era suscriptor de la revista y lo fui durante muchos años, hasta que perdí el interés. Lo que acaecía en la revista no me decía nada. Ahora me gusta repasar su índice para tratar de reencontrar mis intereses culturales en general y literarios en particular de entonces. Pues ayer, mientras repasaba algunos números, me encontré con este que traía un artículo o como se quiera llamarlo, en la sección de Notas y Comentarios, titulado NOTAS SOBRE LA POESÍA CATALANA. El que siga actualmente a Juan Pedro Quiñonero en esa inimitable unatemporadaenelinfierno, le habrá leído cuanto escribe sobre los nacionalismo excluyentes o no, sobre la literatura, sobre la decadencia, ruina y muerte de España y sobre aquella utopía que no sé si verá alguna vez realizada de la convivencia entre las tres culturas: judía, musulmana y cristiana, que no creo que tenga lugar mientras la altura intelectual y espiritual de estos tres pueblos, de estas tres formar diferentes de cultura esten a la misma altura, y no navegue en el mar de la ignorancia, que es lo que representa esta sociedad actual. Escribe con ocasión de la publicación de OCHO SIGLOS DE POESÍA CATALANA, mucha recogida de otros acerbos porque Cataluña parece ser que era un condado dependiente de Aragón, cuya realización firmaba José María Castellet y Joaquim Molas. Estaban poniendo estos antifranquistas, al menos Castellet las base del nacionalismo que ha dado los frutos de todos conocidos, como el tripartito y otros buscadores de su propio ego y lo que pueda venir al lado: poder, riqueza, poder y poder. Juan Pedro Quiñonero les dice lo que tiene que decirles, bien dicho y sin apartar el cuerpo de las andanadas que le pudieran venir, sin es que le llegaron algunas. Escribe esto: "Mis objeciones, pese a todo, son claras y afectan a la metodología empleada. Parece ser que el intento ha consistido en facilitar, en un esfuerzo editorial funcionalista en el mejor sentido, una panorámica de la poesía escrita en catalán a lo largo de ocho siglos". Mucho esfuerzo, dice, sobre todo por el periodo que abarca y presenten sólo literatura "catalana", con lo que olvidan la escritura en castellano, cometiendo cierto desliz crítico. Pero Castellet, al menos, añado yo, sabía lo que hacía. De Joaquín Molas no conozco nada, ni voy a prejuzgar su intencionalidad, que está más bien clara, a mi entender. Muestra, a continuación, JPQ su conocimiento y simpatía de y por la literatura catalana y se entretiene con Ramón Llull y la mística. Quiero decir, y digo, que están presentes las cosas que cualquier lector de su blogs puede entender porque las ha reiterado en varias ocasiones. Concluye lamentando el ocultamiento que se ha hecho, se hace y, si la cosa no se enmienda, se hará, de poetas tan genuinos como Salvador Espríu y otros que, en mi opinión, han sido eliminados de las letras catalanas quizá porque escribieron en castellano y el nacionalismo, que no lee poesía, los excluye, eso sí, democráticamente. En caso contrario que les pregunten a los políticos nacionalistas, que lo aseverarán si no responden con su desconocimiento de ellos. Esto último me pertenece, también es mi comentario personal. Y así concluye JPQ: "Carner, Carles Riba, Josep M. de Sagarra, J. V. Foix, Pére Quart, Agustí Bartra, Barloméu, Roselló-Porcel, Joan Teixidor, Salvador Espríu, Gabriel Ferrater, son las muestras evidentes de una poesía riquísima, muy desconocida, muy olvidada, falta de un urgente lanzamiento cara a las nuevas generaciones que, por razones sociológicas, se encuentyran más posibilitadas que hace unos lustros de conseguir una integración beneficiosa entre culturas diferentes, retornando a un edén insólito, como en los versos de Espriu:
Oh, que cansat estic de la meva
covarda, vella, tan salvatge terra,
i com m'agradaría d'allunyar-m'en,
nord enllá
on diuen que la gente és neta
i nobel, culta, rica, lliure,
desventllada i feliç!"
Estos versos deberían pertenecer a La pell de brau.
Lo que han hecho con Espriu es algo que no tiene nombre. En mi casa tiene acogida. Poseo hasta libros por él dedicados. Y leo con trabajo, eso sí, y con la ayuda de un diccionario, a Miquel Martí y Pol, a Joan Margarit y a otros varios que, si hace falta, se nombran.
Calabardina, 30 de mayo de 2012
José Luis Molina Martínez
Calabardina, 30 de mayo de 2012
José Luis Molina Martínez