El Ayuntamiento Pleno de Lorca me ha concedido el Diploma de Servicios Distinguidos. A continuación, dejo constancia de mi contestación oficial:
Excelentísimo
Sr. Alcalde. Excelentísima Corporación Municipal. Amigos galardonados y amigas
galardonadas en este acto. Lorquinas conocidas y amigas, lorquinos conocidos y
amigos.
Quizá
sea yo el único que no sabe si esta distinción recibida es merecida o no. Pero,
eso sucede porque no tengo por qué pensarlo. Cuestionar si el diploma que me
acaba de entregar el Ayuntamiento Pleno de Lorca es justo o no, me lo merezco o
no, parece algo fuera de lugar porque sería poner en duda el criterio general
selectivo de la Alcaldía y Corporación y dejar vacía de contenido una decisión,
cosa que no pasa por mi cabeza por respeto a los cargos electos que, obviamente,
representan al pueblo en general. Si ellos han creído que soy representativo,
han desarrollado su justo juicio y por ello estoy aquí y ahora. Así que acepto
públicamente su veredicto del que me muestro agradecido y hasta contento. Ellos
me han creído dueño de unos valores cívicos y, si ellos lo han visto así,
sobra. Mi experiencia de la vida hace que relativice lo bueno y lo malo, lo
medite y lo asuma en su justa medida.
Bajo
este criterio, afirmo que esta distinción me ha emocionado y sabré, sé ya,
valorarla, pues, sin duda, produce satisfacción, sin llegar -¿por qué?- a la
vanidad, aunque sean familia y amigos los que se sienten verdaderamente
orgullosos y disfrutan de ese algo tan etéreo como real, cual es recibir una
distinción que me individualiza y me responsabiliza al mismo tiempo. Se me individualiza
al concederme el galardón porque se me selecciona del grupo y se me añade un
contenido. Se me responsabiliza al concederme el galardón, pues, al mismo
tiempo, se me señala: cuanto de mí se veía hasta hace un poco con normalidad, y
quizá se disculpara, de salirme del tiesto, como hago de cuando en cuando, desde
ahora va a ser sometido al duro juicio de la ejemplaridad. Aceptar esta distinción conlleva la responsabilidad de
mantener en adelante un comportamiento social no sólo digno, sino por encima de
lo común, para corresponder a la confianza depositada por mi ciudad en mí. No
ha lugar a partir de ahora a la relajación, al incumplimiento de las funciones,
a la insolidaridad con la sociedad y sus urgencias, con el que necesita un
apoyo, con mi prójimo, sea o no conocido. Así lo he procurado hacer antes, pero
ahora se me pone como ejemplo al resto de los ciudadanos que han conocido y observado
mi trayectoria, no sólo literaria, cultural, de la que me quedan guardadas sólo
alegrías, sino educativa en la época en la que fui maestro, pues de ella me
siento satisfecho.
Ahora sí cabe decir que qué habrán visto en mí cuando, quizá,
podría haberme preparado mejor, haber trabajado más, haberme ocupado más de las
cosas, de las personas, de mis gentes. Pero bien es verdad que no me he proyectado
para recibir galardones, sino para vivir esperando sólo eso, vivir, y para
servir desde mi nada personal. Al mismo tiempo, he quedado satisfecho con lo conseguido,
a pesar de lo trabajado, y eso ya es un disfrute. Así que pido disculpas por lo
no hecho, aunque, doy fe, de que aún sigo estudiando, escribiendo, preparándome,
ayudando. Ofrezco mi yo, cuanto soy y valgo, para cuanto haga falta, si aún
sirvo para ello, en un futuro que empieza hoy, ahora mismo.
Antes de concluir, quisiera dejar constancia de mi feliz incomodidad
por sentirme objeto de atención, algo de lo que huyo. En Lorca todo es acción.
Ahora disfruto de etapa contemplativa. Si algo busco en esta penúltima etapa de
mi vida es silencio, retiro y olvido. Todo eso se me ha alterado. Pero acepto
el designio de un protagonismo no buscado y lo conllevo.
Aunque lo justo en este momento, y eso sólo me resta, es agradecer
a quienes se han acordado de mí para dar mi nombre a la comisión pertinente. A
la comisión que ha hecho la propuesta, al Ayuntamiento Pleno que la ha
confirmado y al Alcalde, don Francisco Jódar Alonso, que tuvo a bien darle
continuidad al proceso y comunicármelo con la familiaridad que produce la
amistad antigua. Poco puedo ya, pero lo pongo a la disposición de mi ciudad, del
colectivo social al que pertenezco. Gracias de todo corazón, enhorabuena a
quienes también han recibido en este acto el merecido homenaje de sus
conciudadanos, a los que conozco y con los que he mantenido amistad y ahora
comparto recuerdos. Y permítaseme que felicite singularmente a las Madres
Mercedarias por ser lorquinas desde hace ya quinientos años. Unos pocos más que
nosotros. Y que Dios nos bendiga. Que no es poco.
José Luis Molina Martínez
20 de noviembre de 2014