Mi ocupación primera, en cuanto a lectura se refiere, se llama La muerte de Virgilio (edición castellana de 2007), de Hermann Broch (1886-1951). Es la segunda vez que la leo. Pero es una novela muy densa, muy interesante, porque, como se lee en la contraportada, "Broch se plantea a lo largo de la obra cuestiones como la posibilidad del conocimiento y, muy especialmente, la función del arte en un tiempo de crisis".
Pero, según mis impulsos, en alguna que otra ocasión, hago un hueco para variar las lecturas, porque, en el caso de La muerte de Virgilio, la lectura de esa novela puede durar un año. Así que, anoche me leí, también de un tirón, el libro de cuentos de Sergi Pàmies Si te comes un limón sin hacer muecas. Es un conjunto de doce cuentos, con un prólogo de Enrique Vila-Matas, en el que cuenta ingeniosamente, como no debe ser menos tratándose de este escritor, qué le parece al novelista el autor y sus cuentos.
Lo que más destaca de estos cuentos es el tratamiento que le da el autor. Se trata de cosas sencillas, de cosas de la vida de cada día, que cobran otra dimensión por cómo maneja la situación y el resultado que consigue. No es necesario admirar un buen lenguaje, que lo tiene, porque lo que prima es el aparato argumental, la sorpresa que consigue para el lector comprobar cómo, poco a poco, varía lo que se espera y se sonríe hasta con el cuento más dramático. Si tuviera que elegir alguno como definitorio de por dónde va la vida, elegiría Sangre de nuestra sangre, por lo criminal que resulta la situación: un padre que ama a su hija, que ama a su esposa, que viven bien, que no tienen problemas, hasta que todo cambia porque la hija les pide a los padres que se separen porque ella es la única niña de su clase que tiene unos padres que viven como un matrimonio tradicional. A cualquiera se le hiela la sangre pensando que eso puede llegar a ser, que no es ficción.
La conclusión aparece en el último cuento Precisamente estábamos hablando de ti. Un caballero se ve obligado a irse de su casa instado por su esposa y así lo hace. Se encuentran circunstancialmente y quedan en verse de nuevo. Suena el teléfono y piensa que es ella. Pero no lo coge: "He escuchado en la radio que si te comes un limón sin hacer muecas, todo lo que desees se cumplirá, pero me da miedo probarlo, hacer muecas y que ningún deseo se haga nunca realidad".