Las ocupaciones del verano han sido las mismas que las del invierno pues, desde noviembre pasado, hay que prestar más ayuda a la casa porque las cosas no han cambiado y para qué, si ya estoy acostumbrado. Surgen, además, pequeños problemas que me desesperan, que me descontrolan, pequeños inconvenientes propios del vivir humano, que yo creía que ya no iban a salpicarme. Y no sólo lo han hecho, sino que me han variado la vida hasta donde yo no me figuraba. Para mí, lo primero era mi escritura. Ahora no sé el lugar que ocupa. Por ello, hace tiempo que no me he asomado a esta calle Tranquila y los temas que podría haber tocado se han quedado obsoletos. Por las mañanas, a partir de las ocho horas y treinta minutos, cumplo con mis obligaciones familiares y, mientras dura la presencia de mi santa en las dos clínicas de rehabilitación, me pongo a escribir un poco, a tomar notas para este blog, a hacer algún que otro poema para LA COLA DE LA CALA y a lamentarme porque no puedo concluir mi ensayo sobre la poeta de Cuéllar Alfonsa de la Torre. El otro día tome unas fotos porque observaba la convivencia de palomas y gatos a los que los paseantes de sus mascotas, perros sobre todo, les echan de comer.
Pero resulta que encontré, escrita sobre una de las vigas que sujetan el puente por que se pasa desde la calle Marín Menú al Rubial, a cuya derecha se deja el Bar Los Mellizos, donde suelo tomar el primer descafeinado del día, una leyenda que me recordó aquella que vi en Lorca escrita sobre el muro que separa La Isla de la vía del tren, y que decía más o menos: SÓLO LOS PECES MUERTOS SE DEJAN LLEVAR POR LA CORRIENTE. Esto me traía a la memoria un artículo leído durante mis estudios en el que se recogía frases famosas (?) escritas en las letrinas de Roma en aquella antigüedad de tantos siglos. Creo que por una universidad de por ahí de este país se ha dotado una cátedra para explicar a la juventud el arte que sustentan los cómic, mejor tebeos, y las pinturas urbanas que ensucian las fachadas recién pintadas, con lo que pillas el cabreo. Resulta precioso ver los mejores edificios del pueblo llenos de pintadas preciosas para delicia del turismo. Bueno, a lo que iba, la de este puente de Águilas, si tuviera boca, dice: SI LUCHAS PUEDES PERDER, SI NO LUCHAS ESTÁS PERDIDO. Que cada uno saque sus conclusiones. A pensar un poco y hasta otra oportunidad. Y que esa universidad no se olvide de estas dos leyendas y pintadas, que no pinturas.
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