domingo, 31 de mayo de 2015

PRESENTACIÓN DEL LIBRO, GERMÁN BLEIBERG. CUANDO UN POETA REGRESA (ANTOLOGÍA)


PRESENTACION DEL LIBRO
GERMÁN BLEIBERG.
CUANDO UN POETA REGRESA
(ANTOLOGÍA)
Madrid, 29 de mayo 2015.
Café Comercial, Plaza de Bilbao.

Germán Bleiberg

Señoras y señores, muy bue­nas noches. Permítanme, antes de iniciar mi perorata, saludar especialmente a doña Alicia y doña Fabiola Bleiberg Muñiz, hijas del poeta que nos ha convocado y custodias de su legado y memoria, e igualmente a sus nietas presentes y a sus nietos ausentes por imposibilidad material. Otro saludo amistoso para don Agustín Antúnez y para otros familiares y conocidos del poeta, de haberse unido a esta ceremonia. Señor editor, Pablo Méndez, a quien me unen años de amistad, siempre con libros de por medio. Un buen editor, casi siempre, se conoce por su olfato. Este li­bro viene a ocupar un hueco en la bibliografía de la gene­ración del 36 y concretamente sobre uno de sus poetas au­sentes de la memoria literaria de los lectores actuales. Hay que agradecerle su perspicacia y así lo hago desde aquí. Cuando evalúe el resultado de esta publicación, le quedará siempre el buen recuerdo de haberse atrevido con este autor. Poetas, lectores de la poesía de los poetas, amigas y amigos, que los tengo aquí en Madrid y cuya presencia agradezco en este lugar noble y literario. Señoras y seño­res, personas interesadas: celebramos el centenario del nacimiento del poeta Germán Bleiberg. Es una fiesta no sólo familiar, pues el poeta era un hombre público. Han venido ustedes invitados a disfru­tar de la poesía olvidada de un buen poeta al que estamos rescatando, si es que ello repercute en el mundo cultural. Muy buenas tardes aún y gra­cias a todos por su presencia en este acto. Es tópico, pero real, expresar que, sin ustedes, mi discurso no tendría sentido.
Puede parecer mucho atrevimiento que un señor de Lorca llegue a un Madrid repleto de ciencia literaria y gente deseando acceder a la gloria que concede, al parecer, el ejercicio de las letras, para presentar un libro sobre un poeta madrileño, pues en la capital nace en 1915 y en ella fallece en 1990: Germán Bleiberg Gottlieb. Pero me eligieron y creo que debo cumplir mi misión honrosamente. Vengo a Madrid a dar testimonio de una serie de circunstancias unidas para que haya sido realidad el li­bro que estoy presentando, con el único interés de que se compre, se lea y renueve su conocimiento del poeta, el que lo posea, o lo descubran y lean casi entero en esta Antología que es, al menos así lo creo, un acierto editorial.

Quiero explicar, en primer lugar, los procesos por los que llego al conocimiento del poeta y a la confección de la Antología que nos ocupa, Cuando un poeta ausente regresa, título que fue consensuado tras analizar otros posibles: hace referencia al poema Un poeta ausente. Era nuestro deseo propiciarle su regreso para que estuviese de nuevo entre los suyos.
Supe de Germán Bleiberg por medio de algunos manuales de literatura española, hasta que, en 1976, leí la Antología poética de la Generación de 1936, editada por Francisco Pérez Gutiérrez. Entonces, me prometí que escribiría sobre él. En ese libro, además de parecer casi forzada su inclusión, por su edad, había algo que sonaba comedido y no aparecía en él la verdad. No eran fechas para andar con precaución, aunque lo fueran inciertas aún. En la contraportada del libro se podía leer algo paradójico: "La generación del 36 es una generación escindida. En ellos la palabra es más importante que la imagen. Y cara a la España dividida en dos bandos, procuran apartarse de las ideologías políticas optando por un humanismo que intenta comprender al hombre valorando a todos los hombres".
Tras esta afirmación, he de hacer un inciso para decir que Germán Bleiberg no creía en la generación de 1936, que debían haber llamado, según él, generación de la República. Además, es mi opinión, que en este grupo, antes de la guerra convivían todas las ideologías sin enfrentamiento cainita. Durante la guerra y después, la situación varió mucho: hubo vencedores y vencidos, ganadores y perdedo­res, dominadores y dominados, exiliados en el exterior y en el interior. Los vencidos, los perdedores, los domina­dos, los que se quedaron en España, sufrieron cárcel, po­breza y oprobio. De ahí quizá su reticencia a sentirse miembro de la tal generación, un totum revolutum.
La ideología en esta generación sí es importante, es más, creo que es lo que la define. Antes y, sobre todo, después de la guerra civil, unos eran falangistas (Panero, Ridruejo, Rosales, Vivanco) y otros republicanos, poetas de la España leal (Celaya, Bleiberg, Serrano Plaja, Miguel Hernández). Germán Bleiberg luchó en el bando republicano. Fue herido en la defensa del puerto del Escudo (Santander) y escribió al menos tres obras de un teatro de urgencia que iniciaron Teresa León y Rafael Alberti, no en vano había pertenecido a La Barraca de García Lorca. Colaboró en El mono azul y en Hora de España. Lo destinaron a Valencia y, al acabar la guerra, estuvo preso en la cárcel de Torrijos, en Madrid -fue cinco meses compañero de Miguel Hernández-, y en la de Santander. Nadie le puede tachar de fascista. La realidad indica que "sobre su afinidad política, conocido es que Bleiberg se mantuvo fiel a la República durante la Guerra Civil y sufrió cárcel durante varios años tras la misma". Según Serrano Plaja, fue "valeroso militar y antifascista consciente".
A su salida de la cárcel, 1943, y abocado al mayor de los silencio, debe buscar trabajo, pues ya es padre de Alicia, nacida en 1938, y otras responsabilidades le atenazan. Como la situación en la que queda toda la familia. Es obvio que la izquierda represaliada no le puede ayudar. Así que trabaja en lugares en los que tiene conocidos o alguien que le protege, siempre ligado a la cultura. El capellán que tuvo en la prisión de Santander lo recomendó a don Victorino Alegría, quien le proporcionó alguna que otra clase particular y ser preceptor de un alumno de padre adinerado, de ahí su presencia en Santander tras la excarcelación. Escribe artículos para las revistas literarias recién creadas y traduce, no en vano dominaba cinco idiomas. En 1949, Alberto Navarro, catedrático de literatura de la Universidad de Salamanca, y él dirigieron un curso para alumnos norteamericanos organizado por el Instituto de Cultura Hispánica, en el que era figura destacada Ramón Bela, posiblemente quien lo encauzara años después para marchar a EEUU, pues era el encargado de conceder las becas Fulbright. Por los años 50, era preparador de la Escuela Diplomática, cosa rara por contrario al régimen, y pertenecía a Artes Gráficas Clavileño, creada en 1942. Es cercano al círculo de Revista de Occidente, Arbor, Clavileño y más tarde de la editorial Alianza, 1965, ya fuera de España, para la que traduce obras más o menos intrascendentes o prologa brevemente algún título de su interés. Además, sigue con el desarrollo de su obra intelectual que la poética parece abandonada hacia 1950.
Se le obstaculizó todo lo que se pudo, desde los círculos del poder, en su regreso a la universidad para acabar sus estudios. Hizo su tesis doctoral sobre un tema no muy literario, en 1959, Alejandro Humboldt y España, y en 1961 marcha a los Estados Unidos. No hablo de exilio, sino de alejamiento de un ambiente hostil y asfixiante en esa posguerra aún dura. Resumir su vida neoyorquina es casi imposible pues apenas poseo noticias de sus actividades o de su vida diaria. En el libro que presentamos se citan los centros académicos en los que trabaja profesionalmente.
Son sólo cinco los poemas de Germán Bleiberg que se pueden leer en esa antología, pero indican los dos caminos que recorre: por un lado están sus poemas escritos y publicados en España y, por otro, los escritos durante su estancia en Estados Unidos. La dificultad de localizar sus libros y la oscuridad que el mismo poeta contribuyó a crear para que su memoria se perdiese y, a poco, nadie se ocupase de su vida y obra, han sido determinantes en el olvido que hoy pesa sobre él.
Cuando inicié los trabajos que me había propuesto hacer mientras estaba en activo y la docencia y el estudio me impedían ocuparme de ellos, en primer lugar me dediqué al análisis de la vida y obra de la poeta de Cuéllar Alfonsa de la Torre por mi propia exigencia personal. Pero, resultó que esta poeta, según ella misma ma­nifiesta, había sido amiga de Germán, por parte de quien hubo un posible entusiasmo hacia ella, como se puede conocer con la lectura de El cantar de la noche, de 1935. En el largo trayecto que recorrí para concluir mi trabajo sobre la poeta cuellarana, Alfonsa de la Torre (1915-1993) en la poesía de la primera postguerra, presentado el pasado 18 de abril en Cuéllar, tuve tiempo de avivar mi deseo de localizar y analizar también la obra de Germán Bleiberg.
En el ínterin, supe de la existencia de Alicia Bleiberg, profesora y traductora. Digo traductora y no de obras corrientes, pues han sido alabadas, entre otras, sus traducciones de Chesterton y de René Char. Pero esta es otra historia, porque en esta familia hay también otras continuadoras de esa tradición familiar: padre, hija y nietas.
Desde que conocí quién podía ser, Alicia Bleiberg se convirtió en mi objetivo hasta que la localicé, pues merecía saber de mi ocupación, quizá lo necesitara yo más, y atender a la autorización que le solicitaba para hacer mi trabajo en libertad. Era mejor empezar así. Suponía que tendría algún inédito guardado que podía ser publicado, de modo que se convirtiese en atractivo para los lectores del poeta. Porque, me había sorprendido antes darme cuenta de que era visitado y conocido en la red, sobre todo en el tema poemas de amor, pues muchos de sus sonetos amorosos, y algunos de sus poemas más específicos, aparecían en alguna web y se podían leer. Por ejemplo, en amediavoz. com, o en poemasde. net. Así que en la red había muchos lectores potenciales del poeta. Y eso sirvió para justificarme por decidir hacer la Antología.
Conozco mi responsabilidad por ser el antólogo de un enorme poeta. Soy consciente de que elegir poemas crea una obra nueva, pues son categorías intertextuales. Si mi criterio selectivo no es el correcto, puedo manipular y traicionar la esencia del texto que, fuera de su conjunto o combinado con escritos de distinta procedencia, deriva en un sentido nuevo, que no quisiera distinto del original. Todo esto es obvio. Me hago responsable de una sola cosa: evitar que Germán Bleiberg sea sólo conocido por sus poemas amorosos, de una calidad incontestable, eso sí, porque también es autor de poemas de una pro­fundidad increíble, quizá de lectura menos fácil. Pro­pongo, sin duda, mi visión particular de la obra de este poeta que pretende recoger testimonios del conjunto de sus libros. Mas he buscado unir el sentido deíctico o utilitario con la introducción de elementos que proporcionan el placer de la lectura, sobre todo porque se trata de la poesía de un autor poco esperado -por ausente- con textos conocidos de carácter amoroso para el uso de un tipo de lector concreto.
Confieso que he tenido ciertas dificultades en la confección de este libro. Tuve que leer su obra según la recibía y la última que leí, El cantar de la noche, debía haber sido la primera y me hubiera ahorrado trabajo. ¿Por qué me era necesaria esta lectura? Pues, fíjense: para confirmar una intuición de investigador. Quedaba claro que Germán Bleiberg y Alfonsa de la Torre habían sido compañeros de la universidad. Quedaba claro que Germán Bleiberg estuvo en Segovia en 1934 con "La Barraca", de García Lorca. Quedaba también claro que Germán había escrito un libro al que todos conocían como la Elegía de Cuéllar, que, sin embargo, no aparecía, con ese título, como obra suya. Es más, la última parte de esta elegía, Oración a la muerte, vio la luz en el número CLI de Revista de Occidente de enero de 1936. No pude conocer el secreto hasta que leí El cantar de la noche, pues ese era el título del libro al que nominaban Elegía a Cuéllar. Este libro, al que críticos anteriores han visto como una cierta noche oscura del alma, lo considero como una especie de oda que envuelve una historia amorosa fallida y de ahí su carácter elegíaco. Al menos, Alfonsa de la Torre, quizá más discreta, o menos lírica, no hace referencia alguna a ello en su obra ni en otro lugar que yo conozca. Digamos que, literariamente hablando, sí era necesario saber esto. Porque, a partir de aquí, olvida su primer poemario, Árbol y farola, y reafirma la importancia de su libro más conocido, quiza el más importante dentro del garcilasismo: Sonetos amorosos. Porque Germán Bleiberg se autoantologiza en dos ocasiones: la primera en 1975 (Selección de poemas 1936-1973), aparecida en Londres; la segunda, Antología poética, aparecida en Madrid, diez años más tarde. Y, en ambas, incluye sólo parte de los libros publicados a partir de 1936. O sea, no selecciona ni un poema de Árbol y farola ni de El cantar de la noche, de los años 1934 y 1935. A partir de ahí, compartió su vida con María Antonia Muñiz, que aún vive con casi 96 años, mientras celebramos el centenario del nacimiento de su esposo con esta publicación. Mi explicación quizá sea simplista pero entendible: tenía que eliminar las huellas de otros posibles amores anteriores. La vida había comenzado para él con el encuentro y el amor que le despierta María Antonia Muñiz.
Pues bien: mi trabajo ha consistido en recuperar los poemas de los libros que él nos ocultó y tratar de realizar una Antología que pudiera contener todo cuanto nos acercara lo más posible a su poesía completa. Hay una extensa selección de Árbol y farola, de 1934, e incluyo completo El cantar de la noche, de 1935. Igualmente procedo con Sonetos amorosos de 1936 y El poeta ausente de 1948. Elegí con cuidado los poemas que me parecieron convenientes de sus libros posteriores Más allá de las ruinas (1947) y La mutua primavera (1948). De las autoan­tologías de 1975 y 1985 he eliminado los poemas que para ellas había elegido  de los libros de su autoría a partir de 1936 e introducido los nuevos o los que yo no había seleccionado, de modo que no hubiera coincidencia. Eso sí, he añadido los que pude rescatar aparecidos en revistas literarias y en las antologías de otros autores en los que figura. He seleccionado con más profusión aquellos poemas de más difícil acceso y con posibilidades menores de lectura. Así se ha conseguido un libro que recoge casi toda su obra. Aunque hay que seguir repasando la prensa de la época porque, de cuando en cuando, hallamos alguno nuevo. Hay que sufrir, además, la falta de datación y procedencia de poemas que figuran en antologías, como el que aparece en Poesía castellana de cárcel, titulado "Sobre un diálogo", que debió escribir en la cárcel de Santander. He utilizado para este trabajo primeras ediciones en todo momento.
Ha quedado, pues, una obra incompleta en tanto en cuanto, porque no he localizado inéditos de su poesía escrita en Estados Unidos, algunos de esos ciento diez poemas que, según él, escribió y que no creo estén todos publicados. Las universidades en las que trabajó no se han mostrado generosas a mis peticiones. Parte de esto es lo que explico en este libro que hoy presentamos. Si digo incompleta, quiero decir que, con este libro de Ediciones Vitruvio, se puede leer la mayoría de lo que Bleiberg publicó. Por lo que he relatado y otras cosas que anuncio en la Antología, en las que no abundo porque no lo considero muy apropiado para la misma, determiné centrarme en lo que le atañía y dejar lo demás para un futuro libro que pronto será presente, pues ya se encuentra en fase de corrección de pruebas por la editorial interesada.
Todo lo dicho sobre Germán Bleiberg, que ahora nos parece inocente, lo alejó sin duda de la sociedad española y, sobre todo, de la política y de la izquierda militante. Es más, la ayuda que recibió de personajes cercanos a la cultura le pudo perjudicar pues estudiosos actuales tienden a presentarlo como acomodado al nuevo régimen o así se desprende o lo entiendo yo. No es que renuncie a comunicar este conglomerado de cosas, sino que se introducen en ese nuevo libro de pronta aparición.
A lo largo de nuestra lectura de las publicaciones y antologías que se han ocupado del poeta madrileño, hemos observado datos contradictorios que han conseguido carta de naturaleza. Quedan rectificados los que hemos podido. Es un modo de tener datos fidedignos para sustituir a los anteriores, cuyas fuentes no siempre conozco porque no las citan y de ahí la voluntad de investigación.
En verdad, lo que personalmente me interesa sobremanera es su obra, una obra que es digna, interesante, innovadora y original. Su ideología política y su escasa práctica religiosa no se deducen, aunque suene extraño, de la lectura de su poesía, cosa que no nos parece determinante para valorar el aspecto ético y estético de la misma ni su grado de implicación social.

En segundo lugar, interesa ahora conocer su poética, presentar su poesía desde una perspectiva humanista: entender al hombre, al poeta, a través de su poesía y verificar las motivaciones que le llevaron a escribir tales poemas en tales fechas. Pero también surgían otras preguntas que debía responderme a lo largo de mi trabajo: ¿Se puede conseguir con la selección de los poemas que parezca una crónica íntima de su mensaje poético? ¿Pueden ser esos poemas una crónica civil de su poesía por escrita en un tiempo real y determinado, con unas características concretas? Bien es verdad que su poesía garcilasista, esos Sonetos amorosos, apenas se podrá presentar aparentemente como conciencia ética de su época, pero reclamamos el sentido social que la ha hecho popular. Todo eso como conclusión lectora de unos poemas sujetos al criterio del tiempo. En él permanecen aún. Y en el lector. Con ellos no se efectúan denuncias sociales, pero sí se señala algo que pertenece al espacio público: algunos poemas pueden ser específicos, pues anteponen el mensaje a la forma, concretamente su poesía escrita en la cárcel. Además, un poema, la obra de un poeta, forma parte de lo público, de la cultura, a pesar de pertenecer a una subjetividad que no deja de ser signo de lo plural.
¿Resistirá esta antología una lectura normalizada, la exigida para un libro de poesía? Es mi opinión que sí, que se puede leer como un libro unitario compuesto por poemas pertenecientes a otros poemarios, según se avisa al lector, en los que se puede conocer la evolución diacrónica del poeta. No es fácil pronosticar si en alguna ocasión se va a poder leer la poesía de Germán Bleiberg en un volumen que contenga su obra completa. De ahí la importancia de esta publicación.
Hay otras preguntas más a las que intento responder en mi introducción a la Antología: ¿Acaso Germán Bleiberg se aparta de los parámetros estéticos de su generación o de su época y se olvida del momento histórico? ¿Tiene que ver o no su estética con su época? ¿Acaso puede parecer un poeta epígono de una tendencia acabada? ¿Qué realidad niega Germán Bleiberg en su poesía? ¿La de sus padecimientos a causa de su ideología? ¿La de su estancia en la cárcel y su proceso vital subsiguiente? Lo que no se puede hallar en su escrito es dosis de exhibicionismo. Otros poetas, en una postura válida y respetable, se exiliaron y por ende no se enfrentaron a la realidad interior del franquismo, evitando así su represión, cárcel y posiblemente muerte. Más tarde, con la apertura democrática, algunos de ellos regresaron a España y fueron recibidos de modo generoso. Germán Bleiberg no era incongruente, ni conformista con el mundo, ni vivía de espaldas a una realidad que le afectaba negativamente. Sólo intentaba buscar un trabajo que le permitiera situarse. Nadie encontrará en su obra una queja por su suerte, ni por haber padecido heridas de sangre y cárcel. Ni exhibición ni evasión. ¿O es evasionista por escribir Sonetos amorosos, de temática garcilasiana, libro de poemas aún hoy admirado? Por estas incomprensiones, cuando pudo se marchó.
No establece Germán Bleiberg en su escrito un reflejo de su vida privada ni aporta noticias biográficas, aunque, en ocasiones, sus poemas indican situaciones de ánimo procedentes, sin duda, de la complejidad en la que su vida se había desarrollado. No es, sin embargo, literatura del yo, sino un proceso ficcional de su pensamiento o sentimiento mediante el cual asume una situación que nunca tiene el deseo de contar: esos momentos "negros" de los que escribe sirven para ocultar su situación real. No es que no se desprenda de ellos el conocimiento interior del autor, sino que hace más opaca esa situación. Todo obedece a esa cultura familiar del silencio. Por ello, su poesía es coherente con el periodo de vida que atraviesa, la situación que lo consume interiormente.  
Germán Bleiberg, con su poesía, está escribiendo su mundo interno, su perfil íntimo, su carácter humano. No trasciende en su escritura nada relacionado con su vida histórica, es decir, diaria. Es una poesía de intimidad, no de alejamiento de la realidad. Su escritura posee fuertes dosis de veracidad, aunque sea ficción literaria, todo lo ficcional que puede ser un escrito poético en el que sólo existe un oscurecimiento culto bajo las palabras usadas para producir emoción y disfrazar de manera deliberada la intimidad con los recursos literarios utilizados.
Bajo las palabras poéticas de Germán Bleiberg, existe un armazón sobre el que se construye el poema, convertido así en expresión de una ideología, de un sentimiento, de una honda e íntima preocupación humana. Así se crea una perspectiva que requiere un artificio literario. Es la habilidad para construir una situación vital mediante la utilización de los recursos poéticos al alcance. Todo eso exige un oficio de escritor y el poema es el resultado del ejercicio lírico que consiste en plasmar la fluidez del pensamiento sometido a una forma predeterminada, en cierto modo no natural, que, sin embargo, implica un lúcido grado de intimismo.
La lectura y comprensión del poema implica entrar en el conocimiento del poeta, distinguir sus motivaciones literarias y psicológicas, la elaboración de los signos que utiliza, el tono que registra, la tendencia estética que sigue, el estilo que compone cronológicamente, nunca el mismo porque las motivaciones varían. Con el añadido de que el poema constituye en sí mismo un fin literario que presenta una realidad modificada por la ficción que sólo es la envoltura leve que enmascara el mensaje. Mas el poema, para cumplir su rito, debe producir impresiones más o menos duraderas en el lector que se utilizarán más tarde en la comprensión general y en el conocimiento del poeta a través de su poema. Pero no hablo de que un poema posea un valor moral, sino estético. Por ello, un poema se convierte así para el lector en belleza, en inspiración sugestiva, en categoría emocional.
La trascendencia del poema hace que el poeta, su mensaje, viaje desde lo cotidiano a la posteridad porque muestra su desarrollo artístico literario, su perfil humano, su vida digna adecuada a sus principios. El poema describe un orden preciso, un día a día sin fecha que contiene sus pasos teóricos y estéticos en pos de un perfeccionamiento que se exige de cara a su propia obra poética.
E incluso en el poema se puede conocer el momento histórico de modo realista, el suceso que ha movido al poeta para componer un poema resultado de su impresión o reflexión sobre un suceso que se convierte en documento del yo, en literatura egódica, pues escribe para sí mismo y sólo se escribe de lo que se vive. Un poema es, bajo este prisma biográfico, un retazo del poeta, según la sinceridad de que haya impregnado el autor al poema. Por ello, cada poema constituye una individualidad y es irrepetible. Si se modifica, ya es otro poema distinto. En todos los casos, y más en el que nos ocupa, la comprensión del poema es un cauce o un medio para aprehender el alma del poeta, su ideología, su técnica y su estética. Así pues, no olvidemos que, bajo el prisma de la interpretación textual, el poema se convierte en una ficción que el poeta refleja a través de las palabras que lo componen y con lo que quiere ocultar. Todo este conglomerado que se desprende de la lectura de la obra de G. B. da sentido a su escrito y forma su poética.

Era mi objetivo despertar deseos de leer a Germán Bleiberg, lo que justificaría mi desplazamiento desde mi residencia y tanto trabajo como se pone en un libro de esta índole. Les advierto que lo he arropado con mucho cariño. Al final, el poeta, por el trato literario, se convierte en un amigo y hasta se habla con él.
He venido a Madrid a traer mi interpretación de su poesía. Y aquí voy a dejar al poeta entre los suyos, a los cien años de vida, a los veinticinco de su muerte. Lean al poeta, léanlo sin ningún prejuicio porque verán la evolución de un ser nacido para escribir sobre el amor, sobre su amor, pero también capaz de entender la naturaleza humana a pesar de ser un misterio porque cada persona es un mundo y por eso no basta con conocer a una, hay que entenderlas a todas. Yo he querido aclarar la vida de Germán Bleiberg. Si lo he logrado, puedo regresar a mi mundo con cierta dicha en el corazón. Si no, aún me queda otra oportunidad con el próximo libro para tratar de conseguir lo que todo poeta desea: lectores que lo mantengan vivo a pesar de no estar entre nosotros. Cuando regrese a Lorca y me pregunten, diré que he tratado en Madrid, con todo mi respeto, de un buen poeta, Germán Bleiberg Gottlieb, quien, ausente, ha regresado, pues nos había congregado para celebrar el centenario de su nacimiento. Y eso acabamos de hacer. Muchas gracias.

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