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Portada del libro que recoge las Actas de la IV Jornadas |
Pocas veces me he sentado
a la mesa en una presentación de un libro de literatura, en el que haya
intervenido o no, que me haya sentido más tranquilo. Soy conocedor de que aquí
concluye una aventura. Por eso, con la satisfacción del deber cumplido, de
haber alcanzado los objetivos propuestos allá por un dos mil cinco o dos mil seis,
año este último en el que iniciaron las primeras jornadas de información y
estudio sobre el poeta Eliodoro Puche, hoy, nueve años después, me conceden la
satisfacción intelectual de volver a esta mesa para hacer balance de lo
anterior, siquiera sea por encima, y desvelar los secretos, de haberlos, de
cuanto se contiene en las intervenciones de esta última convocatoria. Vaya por
delante que en este negocio yo sólo he sido digamos el que opina y responde a
las preguntas que se le hacen. Sólo me he prestado a mí mismo para la ocasión y
he facilitado mis conocimientos y amistades para el buen funcionamiento de la
iniciativa. ¡Qué menos hacer si me habían nombrado los socios de Amigos de la
Cultura "Elio de Lorca"! Debía ser, al menos, agradecido y compensar,
de poder, el honor que me proporcionaba la distinción.
Nunca nadie ha cobrado en
esta aventura dinero alguno, el que lo ha hecho ha sido en concepto de
desplazamiento porque han llegado desde Madrid o de otros puntos de la
geografía hasta hoy hispana, como Sevilla, Almería, Murcia y algún que otro
lugar y qué menos que pagar el viaje. Desde Calabardina tampoco se cobra kilometraje,
eso sí, hay que salir a la hora justa para llegar de noche a mi lugar descanso.
Como voy a hacer hoy mismo en el último tren.
El éxito de lo hecho es
algo que no se puede medir ni contar ni pesar. Pero, sí es verdad, que a
investigadores de otros países, como Aurore Ducellier, membre scientifique de
l'École des Hautes Études Hispaniques et Ibériques, más conocido todo eso entre
los estudiosos como Casa de Velázquez, prestigiosa entidad francesa de
investigación, les ha llegado esta actividad que hoy concluye y han seguido el
contenido de las jornadas. Esta criatura francesa, Aurore Ducellier, me
esperaba, sin saberlo yo ni conocerla, en Madrid, en el Café Comercial, para
preguntarme por Eliodoro Puche y sus carceleras. Porque está haciendo su tesis
doctoral sobre la poesía de cárcel en la postguerra y le interesaba la de
Eliodoro y la de Germán Bleiberg. No sé si ha recibido ya el libro, porque vive
en la ciudad universitaria y depende del conserje que le entrega la
correspondencia, pero Chon le envió el folleto que publicó su asociación con
ese contenido. Voila. Los árboles echan sus frutos y sólo hay que levantar la
mano a conveniente altura y cogerlos. Por eso, todas estas cosas son
importantes y alguien, alguna vez, se podía ocupar de continuar su desarrollo.
Pero...
Cada uno de los que hemos
intervenido en algunas de estas jornadas hemos hecho lo que teníamos que hacer.
Ahora, si quieren, incluso los que no estaban conformes con esta línea de
conservación de la cultura local, pero a ella se arriman, se pueden hacer cargo
de su continuidad y mejorar lo hecho. Es lo menos que se merece Eliodoro. Hay
que demostrar con hechos e incluso con palabras, aunque estas se las lleva el
viento, según quien las dice, más o menos lejos, cuanto se cree conveniente
para un pueblo que tampoco está por la cultura. ¡Qué le vamos a hacer! Hoy día
lo que priva es la persecución del placer momentáneo. Pero, en nuestro caso, lo
que la presidenta pensó ha salido adelante. Y todo eso queda en el libro,
objeto casi eterno.
Para honrar la memoria
literaria de Eliodoro Puche, había varias maneras entre las que elegir. Pero ya
era experto sobre los homenajes a personajes ilustres de Lorca. Es muy difícil
que en Murcia se den por enterados porque tampoco son primeras figuras de la
literatura nacional y, aún así, es imposible el mantenimiento de una memoria
constante porque las generaciones se suceden y cada una tiene sus intereses.
Los efectos del multiculturalismo, del que acaba de renegar Hungría, y la aculturalización
que se padece desde el desastre de Bolonia, que decidió acabar con la cultura
occidental y por ello con las humanidades, han conseguido eliminar una cosa
pero sin sustituirla por algo. La universidad está en crisis y no sólo por la
economía sino por la falta de verdaderas figuras que piensen en el bien común
antes que en su propio ombligo. Quiere esto decir que ya nada volverá a ser
como antes y tampoco hace falta el regreso a un pasado que no tiene sentido
para las nuevas generaciones lorquinas.
Digo que había varias
maneras de honrar a Eliodoro Puche, desde la colectividad. Se pensó en hacer
con él lo mismo que con Musso Valiente y Castillo Navarro. Se pudo haber hecho.
Pero hacían falta ganas, sensibilidad cultural y literaria y patrocinio desde
la administración. Así que prevaleció, para no ir golpeando puertas indecisas, el
criterio de organizar unas jornadas que tuvieran lugar un año y al siguiente se
presentaran las actas de las mismas. Así, durante el tiempo que continuara la
aventura estaría en candelero la figura del poeta lorquino. Y así ha sido
durante nueve años. El congreso es algo que luce pero que después se diluye
como un castillo de fuegos artificiales. Como ha sucedido con Musso y con
Castillo. Sobre Musso hablaré en noviembre de este año en Murcia, dentro de los
actos que organiza la Academia Alfonso X el Sabio con motivo de su setenta y
cinco aniversario. Por cierto, que se podía contactar con ella para que trajera
a Lorca ese ciclo de conferencias conmemorativo que patrocina CajaMurcia. Tampoco
pagan. De Castillo Navarro se volverá a hablar en cuanto falte de este planeta
y después volverá el silencio. Es ley de vida. ¿Qué pasará con Eliodoro Puche?
Lo que Dios quiera. Bien es verdad que, dada la situación cultural local, abogo
por la resurrección de los ciclos de temas lorquinos para que la juventud
conozca su pueblo, su historia, su literatura, su arte. El multiculturalismo no
significa olvidar la identidad sino cultivar la cultura autóctona y provocar
sentimientos de amor a la propia tierra sin olvidar que somos habitantes de un
país ideal, Santa María de "to" el mundo, como se dice en el argot
popular. Es un lugar en el que cabemos todos, con la única exigencia de
respetarnos y no tratar de eliminar a nadie. Y por supuesto sin la amenaza del
terrorismo que tan cerca tenemos. Todas estas cosas son problemas para cuya
solución no hacen falta ineptos. Hay que tener voluntad de hacerlo, capacidad
de hacerlo y sumar fuerzas para hacerlo. Porque para lucir ya están los
maceteros, los arribistas y los que se miran el ombligo sin saber que, como
dijera Álvaro de la Iglesia, todos los ombligos son redondos.
Vueltos a otro orden de
cosas, el que nos ha convocado, es mi positivo deseo citar a todos los que han
pasado por estas jornadas y recordar de este modo su aportación a un objetivo
cumplido, que entonces, al principio, parecía, y lo era, difícil de conseguir:
cambiar la visión y el enfoque de la investigación sobre el poeta: ya sabíamos
que era un agnóstico, un bebedor de vino que a veces se le atragantaba y
maldecía en ruso o dormía una siesta placentera mientras aquello hacía su
efecto, y un republicano fervoroso. Buscábamos más porque había más. Y se ha
conseguido. Eso lo saben los que han seguido la investigación y leído en las
páginas de los libros a que han dado lugar el proceso seguido. Por orden
alfabético son o somos, teniendo en cuenta que algunos hemos y han repetido en
el programa:
Chon Pérez-Castejón Abad,
a la que habrá que echar de la Asociación para que pueda dársele un Elio de
Lorca; o mejor, dejarla e inventar un homenaje académico para reconocer el
trabajo efectuado sin ánimo de lucro
Francisco Javier Díez de
Revenga, de la Universidad de Murcia
Javier Espino Martín, de
la Complutense de Madrid, ahora en la UNAM de México
José Antonio Hernández
Guerrero, de la Universidad de Sevilla
José Carlos Miralles
Maldonado, de la Universidad de Murcia
José Guerrero Ruiz
José Luis Martínez Valero
José Luis Molina
Manuel Martínez Arnaldos,
de la Universidad de Murcia
María Teresa Valverde
Caro, de la Universidad de Murcia
Pedro Felipe Sánchez
Granados
Pedro Guerrero Ruiz, de la
Universidad de Murcia
Pilar Montero Camarena
Santiago Delgado
y seguro que habré olvidado a alguna de las
personas que estuvieron en la mesa redonda de las primeras jornadas por lo que
le pido perdón e indulgencia, porque creo que me las merezco. También se me
olvidan los nombres de las personas que leen los poemas el último día de las
jornadas. Pero este año sí están en la introducción. A todos los que de una u
otra manera han contribuido a su celebración, mi enhorabuena y mi
agradecimiento. A todos ellos, se les podría nombrar socios de honor. Es una
manera de gratificar a cuantos han sido protagonistas de este rescate académico
del poeta lorquino.
En las cuartas jornadas,
de las que ya vamos a dar cuenta desde ahora mismo, se producen hechos
significativos: la incorporación de la profesora de la Universidad de Murcia
Carmen María Pujante Segura; la presencia del almeriense José Andújar Almansa y
la satisfacción de contar con un nuevo lorquino que accede a esta
investigación, Juan Antonio Fernández Rubio. Era casi de justicia sumarlo a la
nómina de los pertenecientes a estas jornadas porque, entonces, estaba haciendo
su tesis doctoral sobre Eliodoro Puche. No sé qué hace ahora porque no tengo
noticias suyas ni por él, ni por su director de tesis, otro especialista en
Eliodoro Puche, el primero que escribió un libro sobre él, y que, de cuando en
cuando, me preguntaba por su doctorando.
Con el añadido de los
últimos nombres que acabo de comunicar a ustedes, queda así completa y cerrada
la nómina de los que hemos tenido la suerte de participar en esta magnífica
idea que se debe a la Asociación Amigos de la Cultura. Creo que aquí debería
concluir este acto. Convendría coger el libro y ponerse en lugar seguro y
cómodo y leer cuanto en él aparece, pues ha sido escrito desde la ciencia
literaria y desde la emoción que supone acercar a los lectores el sentido de
cuanto, según los temas, el autor ha visto en la obra literaria de Eliodoro
Puche. Después de leérselo, sí, así, de un tirón, hay que beber un buen vaso de
un buen vino para que la jugada sea perfecta y se pueda repetir.
Claro que, de hacerse así,
¿para qué he venido de Calabardina y pasado el día en Lorca, cosa a lo que ya
no estoy acostumbrado?
Se iniciaron las jornadas
con la presentación del libro, mío y de Mariano Hernández, Con el alma del jardín y el instante... Eliodoro Puche: los poemas de
'La Esfera'. Pero quise yo dejar bien claro que en el texto iría la
conferencia que había preparado. ¿Por qué? Porque, con el libro anteriormente
citado, iniciaba una tesis que continuaba en el artículo que había escrito para
el homenaje a mi profesor y amigo Manuel Martínez Arnaldos, con motivo de su
jubilación, Eliodoro Puche: la decorosa
medianía y otras influencias literarias, que aparecerá tras el paréntesis
del verano. Y obviamente se cerraba con el que hoy abre el libro que recoge los
textos de las conferencias pronunciadas en las 4as Jornadas: Eliodoro Puche: de la Arcadia decadente y
simbolista al jardín modernista. Como este último lo pueden leer en el
libro que teóricamente estoy presentando, en él podrán ver los nuevos
derroteros de esta investigación sobre un poeta al que le he dedicado mucho
tiempo, tanto que algún lúcido se ha quejado de la atención que se le ha
prestado. ¡Cómo cambian los tiempos!
Sobre cinco pilares
construye Eliodoro su poética como
reflejo de su ideal de vida: amor,
que reviste diversos modos de manifestación, como motor interno y externo de su
vida; acceso a su interioridad
comunicada al poema y en él escondida; la sencillez
del poema como estética que evita la complejidad; la belleza huidiza, como objetivo principal deseado y no conseguido,
aunque alcanzable; escasas aspiraciones en la vida –decorosa medianía–, a no ser el deseo de una vida sencilla, provinciana –con la nostalgia del
terruño y el amparo de la madre y hermana–, conformidad con su nada como aspiración de vida: sólo
ambiciona ser lo que es por no ser lo que los otros son. Este ideario indica
algo ético y estético muy superior a los valores de su bohemia marginal
madrileña.
Como estas reflexiones
sobre la poesía de Eliodoro Puche están unas en las otras, en un lugar destaco
unas cosas, en otro otras, de ahí mi deseo de dar a conocer al público este
texto, de modo que de uno se pueda viajar al otro y conocer de primera mano,
sobre todo, las influencias que recibe y cómo se perciben en su poesía. Más
difícil va ser poder acceder al artículo que forma parte del libro homenaje a
mi director de tesis, Manuel Martínez Arnaldos. Pero, Dios proveerá, aunque el
que busca, encuentra.
No conocía de nada a
nuestro ahora amigo Juan Antonio Fernández Rubio. Sí a su padre y a su abuelo,
que era amigo de mi padre. Así que, cuando me buscó para conocer cuanto había
escrito sobre el poeta y otras informaciones que estaban en mi poder, no sólo
no le puse impedimento alguno, sino que le abrí las puertas de la casa de Calabardina
y mantuvimos largas conversaciones en las que cada uno expusimos nuestro
enfoque y después cada uno ha hecho lo que le ha parecido, según su criterio. Decidió
escribir sobre Eliodoro Puche como traductor. No se trata de refutar del todo lo
escrito con anterioridad sobre el poeta, sino ponerlo en tela de juicio a la
luz de una nueva forma de investigar y de cuanto nos han dejado escrito críticos
anteriores, que hablaron del poeta desde su punto de vista. Fernández Rubio,
dado su conocimiento de idiomas como el egipcio, si es un idioma, se ha
dedicado en su intervención a analizar las traducciones de Eliodoro Puche del
francés, a delimitar las que no son, las que no tienen más que documentación
tradicional de su autoría y limpiar la era de los errores que provocan abarcar
más de lo que uno sabe, aunque ninguno se comete a caso hecho, y el meterse
donde alguien había llamado a uno. Desbroza todo este panorama no desde un
punto de vista enteramente filológico, sino positivista, y en ocasiones
comparatista. No es que el trabajo anterior no valga, sino que hay que
revisarlo porque si no se documenta el dato, el dato no sirve. Eso quiere decir
que ya existe una parte básica de la obra de Eliodoro, la traducción, que
prácticamente queda aclarada y solventada. Igualmente hay que agradecerle los
datos que aporta para una biografía del poeta lorquino. Y lo que se le puede
exigir es que continúe su dedicación a la literatura, biografía, ideología y
otras facetas del poeta Eliodoro.
Concluye exponiendo que el
acercamiento de Eliodoro a la traducción fue "por necesidad
económica". Buscaba unos ingresos que le permitieran continuar su estancia
en Madrid o quizá no pasar alguna calamidad. Obviamente, su trato con los
poetas simbolistas le hizo profundizar en el movimiento literario y otras
traducciones ponerse en contacto con otras literaturas, rusa sobre todo, lo que
le permitió conocer a los mejores autores del momento. Admite Fernández Rubio
que tampoco fue un gran traductor.
Este es el camino a
seguir. Parcelar el escrito de Eliodoro y, una vez acotado, y aprovechando, si
se quiere, trabajos anteriores, extraer de él todo el jugo que nos proporcione.
No soy nadie para decirle a Juan Antonio que va por el buen camino porque para
eso ya tiene buenos profesores que lo conocen y saben lo que tiene que hacer.
Pero sí quiero animarle para que siga en la brecha. Aunque cada uno es dueño de
sí y de sus obras.
La intervención de la profesora doctora Carmen Pujante Segura es no tan
sólo oportuna, sino necesaria y concluyente. Proporciona gozo por darse cuenta
el lector de que es un trabajo que, como el anterior, no estaba hecho y era
necesario. Desde la estética de la recepción, se configura un panorama en el
que se recoge todo cuanto se ha escrito sobre el poeta, sometiéndolo a un
juicio neutral. Pero la conclusión, es en cierto modo algo que quizá no
queríamos ver o admitir como dato real: en donde más se ha estudiado a Eliodoro
ha sido en Lorca. En Murcia, apenas despierta interés.
Lecturas y
semblanzas sobre Eliodoro Puche: en torno a la recepción del escritor lorquino
entre los siglos XX y XXI
es el título de este trabajo y buena intervención doctrinaria, de metodología
exacta y exposición clara. Su objetivo queda expuesto, según sus propias
palabras: "Si
bien a Eliodoro Puche se le destaca como poeta y así se hace desde la historia
de la literatura murciana, su recepción parece haber ido cambiando a lo largo
de las tres décadas que se viene estudiando al escritor lorquino. Así pues,
proponemos analizar diversas lecturas y semblanzas sobre E. Puche incluidas en
obras de muy diferente cariz, con el fin de aproximarlas, en busca de puntos en
común y de divergencia, y también de poder extraer constataciones y
conclusiones sobre la recepción imperante. Para ello, se buscarán explicaciones
en los testimonios contemporáneos y en los posteriores, en las ediciones de su
obra, en antologías de poesía española y también en historias de la literatura,
nacional y regional".
Constata
lo que nos deja desolados, por lo menos a los que nos hemos dedicado a Eliodoro
Puche desde bastante tiempo atrás: "Es a la historia de
la literatura murciana en particular a la que Eliodoro Puche ha pasado, donde
se le rescata y se le acompaña de otros escritores: es desde su Región desde
donde se viene realizando la mayoría de lecturas y semblanzas y se le incluye
en antologías e historias, en suma, desde donde se produce la recepción del
poeta lorquino de finales del siglo XX hasta hoy, salvando escasas excepciones
nacionales".
Es un estudio concienzudo,
brillante, que analiza muchas facetas y entornos que apenas teníamos en cuenta,
como las ediciones de su obra, su aparición en enciclopedias, diccionarios o
manuales de literatura. Pero las certeras conclusiones a las que llega, en
lugar de entristecerme, me incitarían a una nueva promoción del poeta, de no
tener ya una edad respetable: "E. Puche se halla ausente en las historias
literarias y en las antologías poéticas nacionales, y si se antologa o censa,
es en el seno de la poesía vanguardista ultraísta. Y si se le antologa entre la
poesía vanguardista española en varios estudios, hay que puntualizar que, al
margen de esos avatares biográficos, Eliodoro Puche compartiría esa primera
fila de la segunda fila de la literatura española. Pero hay que hablar de otras
ausencias: no se le incluye en las filas de la poesía de guerra o de posguerra,
que también podría representar con los poemas aún en reunión de Carceleras, ni tampoco se le adjudica el
marbete de “poesía de cárcel”.
Prevalece, sin duda, la
alegría de una intervención que también señala caminos para revertir la
situación que la profesora encuentra hoy en la promoción de la obra literaria
de nuestro poeta. Al menos, en Lorca, hasta ahora, siempre ha tenido quien lo
venere y cuide su memoria. Hay que felicitar a la profesora Pujante por su
magnífico trabajo que deberían leer los que no lo van a leer: políticos y gentes
que sí pueden hacer por enderezar la recepción de su obra, simplemente con
ponerla como lectura obligatoria en el Bachillerato.
De José Andújar Almansa, a
quien conocí por haberle escuchado disertar sobre Eliodoro el lorquino Manuel
Castiñeiras Bueno y presentármelo, se recuerda sin duda su prestancia, su verbo
fácil, su exactitud de palabra, su hablar de memoria, sabiendo lo que quiere
decir y con facultades para hacerlo. Si yo dejara de leer, cometería un dislate.
Porque, en el momento en el que se me escapara el hilo, o tuviera una laguna
mental, mi palabra quedaría detenida. Como el reloj detenido como metáfora
simbolista de que nos habló el profesor almeriense.
"Se plantea en este
texto una valoración de la trayectoria poética de Eliodoro Puche. El autor hace
su debut literario en 1917, dentro de las diversas opciones estilísticas de un
modernismo rezagado, y acabará militando, pocos años después, dentro de los primeros
movimientos de vanguardia españoles, como el Ultraísmo. En su composición más
famosa, un poema visual titulado «Silencio» (1921), apreciamos la conjunción de
ambas estéticas: el resultado será un caligrama
simbolista."
Y a partir de aquí teje un
paño en el que la figura de Eliodoro queda definida sinceramente. Es más
bohemio en su vida que en su literatura, más que modernista -epígono- es
ultraísta, por más que escribiera "la belleza suprema está en la noche
azul".
Se ocupa de él como poeta
simbolista y abre otros horizontes singulares y poco transitados: "En
Eliodoro Puche encontramos significativas muestras de ambas posibilidades. Esto
es: acuarelas de vida provinciana y aguafuertes urbanos". Así se acerca a
las influencias de las que hablaba yo en mi intervención.
Su conclusión implica cierto aire nostálgico: "Si la apuesta optimista de las vanguardias
pretendió unir vida y arte, el reloj vital y poético de Eliodoro Puche, que dio
siempre la hora atrasada, parece un reloj fatalmente detenido. El rasgo de
genialidad de "Silencio", su acierto, consiste en mostrarnos lo que
existe en el tiempo fuera del tiempo".
Sin
duda, hay que agradecer el trato grato en el que sumerge al poeta y lo libera
de tanto desamparo y cierto tono burlesco con que lo ha tratado la última
generación de absurdos que lo han convertido en un personaje cercano al
ridículo que proporciona la bohemia y los andrajos.
¿Qué
puedo decir de don Manuel Martínez Arnaldos? ¿Qué puede decir un alumno de y
sobre su profesor y amigo? Y no es que todo lo que diga vaya a ser elogioso o
como para quedar bien. Es que aún recuerdo lo cercano que fue para el público,
cómo supo hacer de lo difícil una cosa diáfana y cómo se ganó al público
exponiendo algo que no se había tratado antes: la obra en prosa de Eliodoro.
Bien es verdad que hay preparada una edición de los trabajos en prosa
localizados y bien que lo vamos a hacer en el momento idóneo si es que alguien
no se nos adelanta, ya que todas las claves se dan en el artículo que
comentamos. Pero, que Dios reparta suertes.
En
La prosa de Eliodoro Puche:
Consideraciones históricas y teórico-críticas, se propone el profesor
Martínez Arnaldos reunir "una serie de textos prosísticos de
Eliodoro Puche, publicados en periódicos y revistas, regionales y nacionales,
entre los años 1920 al 1932, tales como La
Tarde de Lorca, El Liberal de Murcia,
El Imparcial, Por Esos Mundos, La Esfera,
o Nuevo Mundo, entre otros. Textos
que responden a distintas formulaciones prosísticas: traducciones, crítica
literaria periodística, estampas y cuentos (infantiles, de niños, y
naturalistas). De ahí que nuestro estudio se basa tanto en criterios
histórico-literarios, como, a la vez, en ofrecer una serie de consideraciones
teóricas y críticas sobre ese quehacer prosístico de Eliodoro. Una parcela
literaria, la de su prosa, quizás, la menos estudiada y conocida, dado que ha
sido su producción poética, por su amplitud, difusión y relevancia, la que ha
merecido el mayor interés para los críticos e investigadores".
Se
ocupa de la traducción, desde otro enfoque -ahora se dice focalización-
diferente al de Fernández Rubio, y sólo de la prosa, dejándonos atinadas
observaciones. Otro apartado lo compone la crítica literaria periodística de
carácter divulgativo e impresionista, que implica una gran cultura literaria,
destacando sus escritos sobre Proust, Giradoux, Andreiev, Goncharov,
Dostoievsky y otros.
Estampas
de Terreros, Águilas o Lorca aparecen en las revistas ilustradas con un aire
poético y amistoso que hacen su lectura grata. En definitiva,
las estampas de Eliodoro constituyen un estímulo para los sentidos, bello canto
al paisaje de su entorno vital.
Los cuentos infantiles
forman una serie de fácil lectura y hermoso desarrollo, algo lejos de sus
textos para adultos que, por su temática, como la de Las gemelas, ya habían sido abordados en otra intervención en otras
jornadas anteriores.
Analiza en cuanto puede un
inédito de Eliodoro de unas cuarenta páginas que se ha recuperado que podrían
formar parte de alguna novela corta que no se ha conservado entera.
Todo esto y más es lo que
da de sí, en esta crónica de urgencia, cuanto se recoge en este libro que he
venido a presentar y que no es sino una despedida. Hay que dejar paso a nuevas
iniciativas y a nuevas personas que las lleven a buen puerto. Como lo ha
llevado Chon, siendo presidenta de esta Asociación.
Quizá no sea yo el llamado
a hacerlo y correspondería a Chon, pero les doy las gracias a cuantas personas
han venido a estos ciclos por mi llamada y porque les convencía el tema, quién
lo organizaba, mostrando así su amor por la ciudad y su disponibilidad con
nosotros.
Muchas gracias también a
los fieles asistentes porque sin ellos esto no hubiera llegado hasta aquí. Un
abrazo y hasta otra oportunidad.