martes, 4 de octubre de 2011

INDIGNADO


Hace ya casi un mes que no he escrito nada en este blog porque estoy pensando hacerme una página web y dejar este chisme que, aunque cuenta ya con un seguidor, me cuesta trabajo mantener. Resulta que, en más ocasiones de la necesarias, muestro mi indignación contra personas, cosas, situaciones. Mi norma me dice que, si yo no hago tal cosa porque lo exige la norma general, los demás tampoco tienen que hacerla. Si lo hacen, están conculcando la convivencia. La foto representa la Alcazaba, una urbanización de la Cala. Entonces me indigno porque Calabardina está dejada de la mano de Dios, no la Urbanización privada que cuidan sus propietarios. Si pago mis impuestos, ¿por qué no cuidan Calabardina los encargados de hacerlo? Según la época, la Cala tiene su peligro, siempre distinto. Ahora acaban de llegar los aguileños franceses, que miran un muy mucho por encima del hombro porque se creen superiores a los lugareños y se sienten más orgullosos de ser franceses que aldeanos de Águilas. Emigraron para quitarse el hambre. Y no se acuerdan. Yo soy lugareño de Calabardina pero entiendo lo que chamullan en mal francés, si acaso coloquial, con todos los defectos del lenguaje del emigrante sin estudios. Es, seguro, un francés no aprendido en París. Toman la playa y la dejan como Dios les da a entender, no como han de dejarla. Nadie se acostumbra a dejar las cosas bien porque detrás vienen limpiando (si lo hacen) los barrenderos, las máquinas, al menos el día siguiente. Pero creo que eso dura hasta el mes de septiembre. Después, queda todo el año a la buena de Dios, es decir, hecha una mierda, perdón, merde. Como ya ocurre.
Peo hay algo que me indigna más. Y son los maleducados holandeses que vienen con su ruló, sus "becicletas", aparcan en donde les sale y estiran las piernas sobre su biciclo paseando por el paseo por donde andan las personas, que para eso lo hicieron. Y las ves hasta felices y acapullados y yo digo que les den, casi gritando porque estoy "indignado". Aquí el fallo es municipal. Está prohibido acampar. Pero ellos, como no hay autoridad municipal alguna en la Cala porque los encargados de hacer guardar el orden brillan por su ausencia, aparcan entre las calles y, al amanecer, se ponen en marcha en busca de playas solitarias. Será para defecar bajo los árboles o para dejar los detritus que muelen sus wc. También lo hacen en el bar en el que toman un café, pero que no se entere nadie. Es una seña de identidad entre los de la casa a cuestas. Por las tardes, al oscurecer, buscan otra vez el abrigo de los chalés cercanos. E incluso saben donde hay un enchufe en las farolas de la calle, que lo pusieron para las fiestas y aún no lo han quitado, y roban hasta la luz. Señores holandeses que venís a dejar cualquier cosa entre nosotros menos euros; señores holandeses que disfrutáis de nuestro sol: si no quieréis cumplir  la normativa que os pasáis por el arco del triunfo y olé, idos a vuestro país. Aquí no hacéis falta. Poned vuestras caravanas en el camping, que es lo legal. Y bajad a la playa como cualquier ciudadano español de por aquí, tan mal educado como ustedes, señores de la casa a cuestas, señores caracoles: con un martillo en la mano para darle con el mazo al palo que va a sostener la sombrilla a la orilla misma del mar como si en otro lado, un metro más atrás, no se pudiese tomar el sol y ponerse las carnes comestibles. ¿Se da usted cuenta de que no dejan andar por la orilla de la playa? Claro, ustedes ya están situados: a los otros que nos den por el sitio de Cádiz. Yo creía en el mito de la educación europea: hasta el tiempo en el que llevo viendo a los extranjeros que contribuyen al deterioro de lo que amo, de mi refugio, de mi calle tranquila: Caladardina. Señores policías municipales: hagan ustedes cumplir la ley. Yo no puedo hacer más que poner una denuncia en el cuartelillo. Pero, ¿para qué está la Asociación de Vecinos? ¿Qué hace, además de que velen los demás por los intereses de quiénes la dirigen? Por eso, no debo escribir aquí. Muestro mi indignación. Eso sí, no se me altera la ceja. Y ellos no saben que se me quita el enojo mandándolos a Europa, esa Europa que se han construido a su medida y en la que España sólo está para padecer porque no supo utilizar con cabeza el dinero que le enviaban y que procedía de los contribuyentes alemanes y quizá franceses. Los ingleses siguen siendo hijos de la pérfida Albión y cogen sólo lo que les gusta. Ahora despotrican de la moneda única. Pero eso lo hacen porque EEUU entre posiblemente en recesión en pocas semanas. Nosotros estamos en recesión hace ocho años y los que nos quedan. Porque, ¿cómo vamos a hacer los deberes y pagar los ochocientos mil millones del ala que tenemos de púa?
Un abrazo en el reencuentro. Y que sepáis que no me callarán aunque pasen por mi lado en bicicleta y en sentido contrario. Me refiero a los holandeses que vienen por aquí en las ínfimas condiciones que cuento. Cuando lleguen a su país, lo harán contentos, criticando el subdesarrollo español, ellos que no han visto un hotel en su vida y que defecan en cualquier sitio. Me apuesto algo que hay al menos veinte "caracoles" -rulós- ahora mismo en la playa que hay bajando hacia Calabardina, pasados ya Los Geráneos y otras urbanizaciones pobres que se hicieron los alemanes en sitios complejos para no mezclarse con los españoles. No saben lo que se han perdido. Ahora, los alemanes no bajan ni siquiera para tomar café: ¿les habrá llegado la crisis? Y los holandeses no van a un camping para no gastarse un euro. Algo huele a raro.

1 comentario:

  1. Feliz reencuentro y estupendo texto para denunciar lo que otros pensamos pero no sabemos, o no queremos, o no tenemos una ventana, aunque ésta sea en forma de blog, para decirlo.
    Sería bueno, si es que no es ya posible,disponer de datos que permitan conocer los lectores de los Blog, y no tanto del número de seguidores, aunque para ello haya que molestarse un par de minutos en serlo.
    Es más importante saber cuántos nos leen que quién nos sigue. De todas formas y aunque no tuvieras a nadie, que sí, escribir es bueno, te libera de la posible acidez y mala "enjundia" y te vacía de la indignación que siempre es molesta, pero que a veces nos da vida.
    Yo también prefiero ser insoportador que ser insoportable.

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