miércoles, 26 de marzo de 2014

TEO PUEBLA, pintor e ilustrador


Con motivo de septuagésimo cuarto aniversario de mi nacimiento, del día de San José y del día del Padre (fundado en el Corte Inglés), mi hija y nietas aparecen con este libro que abre este comentario. Todos los libros que eran míos -y los dibujos que Teo me regaló- están todos en posesión de mi hija. Teo Puebla es mi hermano de Madrid. Si yo viviera en la capital, lo vería muy a menudo, iría a su estudio, le preguntaría por su espalda, y me quedaría merodeando por allí, admirando -no mirando- su pintura, la que estaría haciendo y la acabada. Siento por Teo Puebla un afecto especial desde que lo conocí en mi etapa de Educación Compensatoria, hace al menos treinta años. Él, y su esposa Carmen, han estado en mi casa de Lorca, en esta de Calabardina y, por nuestra parte, cuando voy a Madrid, voy a verlo.

Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera...


Mi admiración por Teo Puebla no procede de la calidad de su persona, que los es, que la tiene, que es un pedazo de pan. Mi admiración procede de la magnitud de su pintura y de la humanidad de su ilustración. Su pintura es un gozo profundo como el dolor, porque, en general, sólo pinta perdedores, gente pisoteada, gente que reclama ayuda. Hizo una magnífica exposición en el V Centenario de La Celestina que fui a ver y llevé a un 8º que iba de viaje de estudios. La última no la pude ver por la cosa de mi santa que cuida de su hermano y del alzheimer del hermano y no pudimos ir a Madrid. Ya no creo que vaya nunca. Apareció por el Ateneo cuando fui a dar una conferencia sobre Musso Valiente y oíamos el fragor republicano en el salón contiguo.


Es un campeón de las libertades y un fan de la igualdad. Está dotado de una importante condición para la pintura y mi encanto sería verle, como he hecho otras veces, liado en su casa con las ilustraciones. Es una armonía, un detalle de genio. No sabía yo que tenía en SUSAETA estos tres o cuatro libros infantiles. Pero estaban en casa de mi hija murciana y ella me regaló este para San José. Soy un hombre afortunado porque voy a estar viéndolo un par de meses antes de decirle a mi hija que lo ponga junto a los otros, y darle otras cosas que de él tengo. SUSAETA, este libro ha sido adquirido en la librería ANTAÑO, de Diego Marín, y por ahí anda el tique de compra. Aquí sólo hago un homenaje a mi amigo el ilustrador.


Érase de un marinero
que se hizo un jardín junto al mar,
y se metió a jardinero.
Estaba el jardín en flor,
y el jardinero se fue
por esos mares de Dios.
Porque lo que el libro gana merece la pena. Se trata siempre de textos vigorosos, de poetas canónicos, como en este caso Machado, Antonio el Bueno. Como Teo. Pero si, mientras lees, estás viendo unos magníficos dibujos, ilustraciones o lo que sea, el gozo deja de ser superficial y se convierte en disfrute de la belleza. Sirve esta entrada en esta Calle Tranquila para hacer que le llegue mi abrazo de hermano.

José Luis Molina
Calabardina, 26 marzo 2014.



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