Nadie, nunca, podrá discutir que Castillo Navarro ha sido -es- el mejor novelista lorquino de su historia. También es incomprensible que nadie califique EL NIÑO DE LA FLOR EN LA BOCA como uno de los cuentos mejores de la postguerra. No sé si tienen la culpa los críticos. Este dato sólo indica el paso fugaz de Castillo Navarro por el mundo literario de los años 50 y 60. En las fotos de mi autoría, Castillo Navarro delante de la escultura que representa al "niño", que fue esculpida en bronce por Rico Becerra, según creo.
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