Número 1 de ALMA |
La revista ALMA: características
Aunque se tenían algunas noticias de ALMA sobre las que se pasaba sin prestarles atención porque no era una revista de las consideradas importantes, hemos de recurrir a la bibliografía de la época para efectuar su pequeña historia y su valoración.
Josefina Romo Arregui es, además de su fundadora al alimón con Miguel Ángel de Argumosa, quien determina el número exacto de sus apariciones: seis. En la Biblioteca Nacional sólo aparece un número de esta revista. Por el portal de Bibliotecas de Castilla y León, hallamos que, en la Biblioteca Pública Municipal de Soria, en el Fondo Bibliográfico Dionisio Ridruejo, se guardan los tres primeros números. Existen estos mismos números en la Biblioteca Martín Abril (MA 3949) y en la Biblioteca Jorge Guillén (JG 9858). Nos falta, pues, conocer los tres restantes números para saber de la colección completa. Esto quiere decir que cuanto digamos en este artículo es provisional. Sin duda habrá más poetas colaboradores y podremos conocer la nómina completa de los "almistas". Aparecerán estos números nos localizados aún en alguna biblioteca de los que en la revista publicaron.
Sale a la luz el número 1 de ALMA el 31 de enero de 1949. Se imprime, como las demás, en Gráficas Carlos Jaime, calle García Morato nº 131, de Madrid. Los pliegos de poesía ALMA los hacen María Sola y Miguel Ángel de Argumosa y dibuja su portada Joaquín García de la Concha. Era su editora Ediciones J. Romo Arregui y la redacción se encontraba en Ferraz, nº 63.
Los números 2 y 3 tienen la misma fecha de aparición, 20 de abril de ese mismo año de 1949. Si entre el primer y el segundo número hay un intervalo de tres meses, el número 3 debe corresponder a julio. Así, podemos deducir que la revista fenece en julio del año siguiente y que esa coincidencia en la fecha de salida de ambos números es simplemente un "duende" de imprenta. Sus medidas son 22,5 X 32,5 cms. El número 1 consta de 24 páginas y los otros dos siguientes 16.
La nómina de colaboradores es la siguiente: [nº 1] Pablo Cabañas, Miguel A. de Argumosa, Gracián Quijano, Carlos Rodríguez Spiteri, María Sola, Alfonsa de la Torre y Juan Francisco Valdés. [nº 2] Ana Inés Bonnin, Miguel A. de Argumosa, Concha S. de Otero Carlos Salomón, Francisco Garfias, Clemencia Laborda, Gracián Quijano, María Sola, Rafael de la Vega, Antonio Oliver, Juan Francisco Valdés y José A. de Argumosa. [nº 3] Pablo Cabañas, Juan Francisco Valdés, Agustín Navarro, Clemencia Laborda, Miguel A. de Argumosa, María Sola, Carlos Salomón y Humberto Lasso.
Si se cuenta bien, son dieciocho los poetas colaboradores, pero, ya nos había advertido Valbuena Prat [1] de que Miguel A. de Argumosa utilizaba dos heterónimos en sus escritos, Juan Francisco Valdés, su segundo apellido, para la poesía, y Luis de Toranzo para la prosa. Eso significa que este poeta participa en estos tres números con once poemas, siete con su nombre y 4 con su heterónimo. En el número 3 aparece un poema de José Ángel Argumosa, hermano del fundador de la revista.
Por otro lado, observamos la presencia de un grupo de poetas conocidas entre ellas, como son Bonnin, Laborda, Quijano, Sola, Suárez de Otero y de la Torre. Bonnín, por vivir en Barcelona, quedaba más lejos, pero el resto formaban un buen grupo en Madrid. Quizá faltaba Diana Ramírez de Arellano. María Sola es un heterónimo de Josefina Romo Arregui. Por un paratexto que aparece en el número 2, María Sola viene a dar fe de su muerte literaria el día 3 de febrero de 1949, tras escribir trescientos poemas con ese heterónimo que no vuelve a usar. En 1950, aparece Cántico de María Sola, que reproduce íntegro en Autoantología (1968). En 1958, marcha a Nueva York con Diana Ramírez, que había sido alumna suya. En 1951, Alfonsa de la Torre se retira a Cuéllar con Juana García Noreña (Ángeles de la Borbolla). A partir de aquí, se rompe el grupo.
María Sola debió de conocer a M. A. de Argumosa en Santander quizá en el verano de 1946, pues, en el nº 2 de ALMA firma un poema, Cántico de mi muerte, el 18 de septiembre de ese año y en ese lugar. Bien es verdad que Argumosa estudia en Madrid y que hasta pudo ser su alumno. Además, desde Ávila dirige la colección de poesía Conde Arnaldos y en Madrid vivía, cuando fallece, junto a su esposa, María del Carmen Martínez del Peral y Juana Valdés, su madre, según el diario ABC en la noticia de su óbito el 18 de octubre de 1966.
No es el momento de ocuparse de los demás poetas pero sí daremos algunas pistas sobre alguno de ellos. A otros no los hemos podido localizar. Antonio Oliver Belmás, desde 1931, es el esposo resignado y sumiso de Carmen Conde, que compartió más tarde amores con Amanda Junquera. Los más conocidos son Francisco Garfias, Premio Nacional de Literatura en 1971, que trabajó en el CSIC como Alfonsa de la Torre, Josefina Romo y Pablo Cabañas, y Carlos Rodríguez Spiteri, andaluces ambos, este de Málaga, aquel de Huelva. Una sorpresa es Pablo Cabañas, regular poeta (Madrid, 1923), pero buen ensayista, filólogo y profesor de la Complutense, que cobra fama académica con la publicación de su tesis doctoral (1947) El mito de Orfeo, en 1948 por el CSIC. Gracián Quijano es el seudónimo de Francisca Cristina Sáenz de Tejada, la mayor del grupo (1896) que también firmó con el nombre de Padre Pareja. A Carlos Salomón y Miguel y José A. de Argumosa se les conoce como reputados escritores cántabros. La poética definitoria de la revista aparece en el nº 1: "Pliegos de poesía ALMA brinda desde este primer número sus páginas a la emoción estética y humana de los poetas. Para nuestra publicación, buscamos un deseo de autenticidad. Su nombre quisiéramos que fuera, en primer término, raíz de un común anhelo creador dentro del cual tienen cabida todas aquellas formas genuinas, pero sin ocultar nuestro particular entusiasmo hacia aquellos momentos totalmente humanos en expresión y contenido, como así mismo apto para la comprensión de la mayoría". Es decir, no se alinea del lado de la poesía "desarraigada" o comprometida, que más tarde desemboca en la poesía social, sino en el lado del humanismo, del intimismo, del compromiso con la estética.
[1] Vid., Ángel Valbuena Prat,
Historia de la Literatura Española, 4
vol., Barcelona, Gili Gaya, 1968.
número 2 |
número 3 |
José Luis Molina
Calabardina, 30 abril 2013
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