martes, 21 de enero de 2014

ANDRÉS MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, arqueólogo


Como la ancianidad me está rondando, para orgullo de Andrés, quiero contarle que conocí a sus abuelos maternos, don Blas y doña Engracia, en aquella escuela pobre de la postguerra, pues ambos eran maestros. Recuerdo hasta en la calle y casa en que vivieron. Don Blas era un hombre no tan severo como parecía, sino un hombre serio que valoraba lo que estaba haciendo. Si algún día teníamos que ir a su clase, sacábamos en conclusión que era menos permisiva que la de otros maestros, pero se aprendía más. En los años setenta del siglo pasado fui compañero de su padre, hasta su fallecimiento, en el Colegio Alfonso X el Sabio. Pero el afecto que se tiene por Andrés no se debe a esto, sino a su propia bonhomía, a su pausada manera de ser, a ese modo de atemperar cuanto le amenaza de tensión, Si se dan cuentan, lo que hago es decir a los lectores que me siento feliz de ser su amigo. Yo ya sabía que era un buen arqueólogo, pero lo que no esperaba es que nos acercara tanto y tan bien la Lorca de esos siglos oscuros, los XII y XIII. Lo hace tan bien que, teniendo en la cabeza el mapa de la Lorca actual y leyendo el libro al mismo tiempo, estamos andando por aquellos siglos y gentes. Es lo que hay debajo del actual suelo municipal, es lo que aparece en cada uno de los puntos en los que aquellos, los almohades, vivieron cuando hay necesidad de excavar. Por ejemplo, vivieron en el subsuelo de lo que hoy es el convento de las mercedarias. Es una lectura propia de especialistas y estudiosos, pero, el que no lo es, como yo, se recrea haciendo esa lectura comparativa tan bien hecha y tan enriquecedora. Cuando narra cómo se hizo tal o cual excavación arqueológica de urgencia, la que sólo se va a datar, pero no a conservar si no es de importancia excepcional, y nos dice qué se encontró en tal o cual punto, es como hacer presente un pasado que es tan nuestro como el actual presente. No sólo felicitar a Andrés por haber escrito tal libro, sino felicitarnos nosotros por poderlo leer, que es el destino de los libros y, sobre todo, el de los libros buenos. Como Lorca es como es, no sé si estará el libro en alguna librería de la ciudad, pero lo ha editado la Universidad de Murcia con la ayuda de otras entidades. Por internet (casi) todo se encuentra. Enhorabuena.

José Luis Molina Martínez
Calabardina, 21 enero 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario