viernes, 17 de enero de 2014

KONTXA ESCRIBANO, pintora


Es la primera vez que asisto a un acto cultural en Águilas desde que me vine a vivir a Calabardina. Pero, cuando vi la fuerza del cuadro elegido para presentar la exposición, decidí hacerme presente en su inauguración. Así que esta tarde cogí a mi santa, sacamos el coche y nos desplazamos al Auditorio de Águilas. No me arrepentí de ir. No por ver a Manolo Coronado al parecer encargado municipal de las exposiciones de pintura. No por ver a quienes veo casi todos los días en Calabardina. No por comprobar lo poco que llama la atención del público actos como este, lo que indica un bajo nivel artístico y escasez de sensibilidad en el pueblo bajo y soberano, en la cultura postmoderna. Pero, bueno, se montó allí pronto un buen rollo del que me descabalgué con mi santa que tiene esta semana a su santo hermano, San José de la desmemoria, a su cuidado. Pero disfruté con la exposición -diría que antología de la pintura de Kontxa ya que hay cuadros de diversas fechas, ninguno de ellos actual- porque estudia o analiza la naturaleza humana, el cuerpo humano, desde el punto de vista de la expresión de los sentimientos. No hay una postura corporal que no obedezca a un sentido sentimiento. Pero, además, domina el retrato y, tanto el de Toño, su esposo, como el de sus hijas, están magníficamente conseguidos.


Se comprueba al conocer que esta expresión corporal es titulada Tristeza. Ya conocía yo a Kontxa por verla asistir a las clase de pintura de Jiménez Asensio. Pero no hay en esta exposición influencia alguna del pintor lorquino, hay una línea de pintura muy personal y muy grata al tiempo, no me esperaba lo que me he encontrado. Hay un cuadro que recoge un busto de mujer negra con una actitud de manos cuyas luces matizan los colores oscuros que utiliza la pintura refugiada, como otros tantos, en Calabardina.

Este cuadro se titula Torso de mujer. Me gustó, algo menos que el de la negra, pero mi santa esposa escogió otro cuadro para tener un recuerdo de la pintora y animar al cotarro porque, la verdad, la exposición merece la pena. Mañana veré a  Concha en la terraza del bar de Julio, con Dick y su esposa que también tuvieron, junto con otros amigos, la deferencia de asistir al acto. Seguiré hablando de esta exposición y de la pintora.

José Luis Molina
Calabardina, 17 enero 2014

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