viernes, 13 de enero de 2012

JACINTO HERRERO ESTEBAN (1931-2011), POETA ET AMICUS, REQUIESCAT IN PACE


Desde mediados de diciembre del pasado año he estado intentando llamar a Jacinto Herrero Esteban -¿porqué no encontré tu número de teléfono?- mientras esperaba la felicitación que nunca llegó. El día 19 de diciembre abandonaste este mundo sin yo saberlo. La vez anterior en que estuviste tan grave, al menos dos años de hospital, cuando pude localizarte, me acerqué a Ávila y permanecí en la ciudad tres días para tener la oportunidad de hablar contigo, impregnarme de ti, poeta, que ya conocía tu bonhonomía. De ahí surgió mi participación en el homenaje que organizó Carlos Aganzo, director que era de Diario de Ávila, y la confección de su posterior antología, GRITO DE ALVARAVÁN. Hoy he encontrado la libreta en la que guardaba su número. He llamado unas cuantas veces. Hasta que he pensado en lo peor. Google me ha sacado de dudas. No he tenido tiempo ni de reaccionar. La noche de Calabardina cae mansa, con la lentitud de los bueyes. Langa no tiene mar, pero el memorial de la muerte se aparta por el lugar en el que los pinos y abetos señalan el camino hacia el descanso eterno, hasta que venga el día en el que sepa que Langa es Calabardina y que el tren se acerca a la Ávila de siempre, para saludar al poeta que últimamente ha andado más enfermo de lo que uno quisiera.


Calabardina, 13 de enero 2012
José Luis Molina

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