lunes, 24 de septiembre de 2012

TIEMPO PARA LO ETERNO O LA ETERNIDAD COMO TRASCENDENCIA



RELIEVE LLAMADO "HOGUERA DE LAS VANIDADES"
No parece tiempo apropiado, me dice el oráculo, para lo eterno. Ni para lo trascendente. Quizá lo sea en apariencia porque el ser contiene un rasgo de angustia en la garganta y un espasmo en el estómago. Es lo que hace débiles a los hombres. Pero también es lo que hace hombre al hombre. Entiende, insiste, que nunca se perderá la esencia del ser humano, ni el sentido del bien y del mal. Tras la muerte "filosófica de Dios", vino su sustitución por otros dioses (el consumo, el sexo, el yo por encima del nosotros, entre otros y como más significativos). El filósofo, como ateo, venía a decir que "la creencia en Dios ha muerto". Él sabrá, no Dios, sino Nietzsche. Pero el oráculo continúa: "eso o algo parecido siempre ha sido propio de todos los tiempos. Ahora, lo que ocurre es que todo se airea más, se ha desacralizado la vida, por todo se cobra y se dice todo, no hay nada íntimo que no se pueda saber si hay euros por medio". Esto así, reflexiono que, cuando el euro (€) se llamaba dinero, Quevedo ya decía algo parecido a lo que el oráculo quiere expresar: "poderoso caballero es don dinero".
Es tanta su majestad, 
aunque son sus duelos hartos, 
que aun con estar hecho cuartos 
no pierde su calidad. 
Pero, pues da autoridad 
al gañán y al jornalero, 
poderoso caballero
es don Dinero.
Quevedo, al parecer clasista, venía a decir que el dinero otorga poder a quien no está preparado para ejercerlo. Y el oráculo, cínico, me dice al oído: "como sucede a muchos dirigentes políticos". Claro que ya sé yo que se refería a su tiempo. Porque ahora nadie tiene consciencia ni conciencia de su actuación y se aferran al sillón de los beneficios, siempre hay a quién echarle la culpa.
Es obvio, me adula el oráculo, pienso que porque al final de la consulta le compensaré con un estipendio en especie -dinero, euros-, cuando estuve en la batalla, tenía que trabajar y salir adelante. Y no tenía mucho tiempo para estas filosofías. Mas, en un momento dado, lo abandoné todo y aquí estoy -me digo- pensando en lo eterno, porque me queda poco para llegar a ese lugar que es para siempre. "Lo trascendente -parece un susurro su voz- es simplemente el momento en el que se piensa en lo eterno y hasta ahí decides llegar en consecuencia". Y, en verdad, esto es lo que intento hacer desde este balcón de la calle tranquila: no olvidar que a cada día le basta su afán. O sea, que si los pajaricos que no siembran ni recogen comen todos los días, Dios se ocupará por los medios que le parezcan más apropiados de mi situación humana y de la de todos, aunque haya temporadas en las que parece escondido, y esta es una de ellas. Eso como hijo de Dios, que como cives romanus -ciudadano de a pie- sólo puedo recibir los azotes que permite la ley. Sólo esos, pues a partir de ellos -29- comienza la desobediencia.

Esquina de la cala cerca del embarcadero



José Luis Molina Martínez
Calabardina, 23 septiembre 2012.

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