martes, 26 de julio de 2011

VARIEDADES



Hace ya unos días que no he entrado siquiera en este negocio, al menos una semana, y he pasado de puntillas por esta y por otras obligaciones impuestas que no he cumplido. Pero tengo razones justificables que no son del caso, aunque... Sólo me queda pedir disculpas a mi dos seguidores y decirles que, con independencia de mis otras obligaciones, aunque haya acabado mi penúltimo trabajo sobre Eliodoro, siempre suceden otras cosas, sobre todo por ser verano, fecha en la que la gente en general procura divertirse y bañarse un rato junto al mar soñé, mientras alteran la paz marina y se alegran los chiringuitos de la playa y los chicos de la Cruz Roja, porque, por no haber, no hay ni medusas. La verdad es que ni nos dejan beber agua tranquilos, ni regar sobresaltados. Lo que va mal, acabará peor


Esta ilustración procede de una obra de teatro que se llamaba El terremoto de la Martinica, que fue una de las últimas obras de teatro que se representó en Lorca, en el mítico Teatro de la Higuera, por los años de 1840. Tuvo gran éxito.


Esta señora de bata larga es extranjera para nosotros porque, por la ventana abierta y los visillos recogidos, entra un mundo, aire, sol, luz y felicidad. Y se ve. Por ejemplo, ese tejado no es meridional. Ya iremos descubriendo más datos. La señora ha debido hacer sus deberes, o sea, fregar el ingente número de platos que se untaban en una familia de las de entonces, fregar su suelo y limpiar el polvo, pero todo eso a la hora en la que ella veía hacer lo mismo a su madre. No puede ser, ni antes, ni después, pase lo que pase. La madres se prolongan en sus hijas y así les va. Pero la señora parece saber leer, cosa rara entonces, y deberá estar leyendo alguna vida de santos o alguna novela rosa, así cumplía con Dios, la patria y el rey. La sombra que proyecta es muy alargada. Como la de todas las madres. El cuadro es del pintor alemán Hans Thoma (1839-1924) y se titula La madre (1871). Le debía gustar la cosa de los libros, pues también pintó a Marianne Maier, leyendo (1866). Por lo menos, se ocupaban en algo útil y eran un ejemplo para el resto de la sociedad. Asi es que, ya sabéis, si queréis ser ejemplares, a leer.


Esto que aquí ves es un pájaro. No sé cómo se ha colado aquí. Habrá sido al subir la foto que la habré seleccionado sin darme cuenta, que eso me está pasando ya habitualmente. Pero, es tan bonito, que lo dejo aquí para deleite de la vista.



No debe olvidarse  que hemos sufrido un sismo y sus consecuencias nos van a condicionar muchos años. Recordar que todos somos Lorca y que hay que levantar esto. Si nos lo repetimos muchas veces, hasta nosotros nos lo creeremos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario