martes, 5 de julio de 2011

HOY NO ES UN DÍA AFORTUNADO

1.

                                          Torre de Cope. Foto: José Luis Molina

Son bastantes días ya sin escribir nada para este foro. Y no es porque me olvide de él, sino porque me lío y me lío con la investigación actual, Eliodoro Puche, que se me va el alma al cielo y no tengo tiempo para empezar porque me falta para Eliodoro y quiero acabar pronto para empezar con mi amiga Alfonsa de la Torre. Después de tantos días, hablar la realidad de la playa de Calabardina, hasta a mí me parece indecente. Pues, como la playa. Bien es verdad que ayer hubo levante, bien es verdad que las aguas van y vienen turbias de verdad y que la playa, las algas que la cercan, da asco. Dicen que son "las mujeres" las que se oponen a que se lleven las algas mojadas porque, dicen se llevan también la arena de la playa. Por eso, se amontonan justo al lado del bar. Ya le han quitado la bandera azul. Ahora, veremos. Es imposible que la playa se regenere con tal cantidad de gente que acude a esta playa tan pequeña y se echa tanto potingue para evitar las quemaduras solares y dar dinero a ganar a las multinacionales de turno. Hoy me he metido, me he embadurnado, me he salido, me he ido a mi casa y no ha sucedido nada. Toda la mierda que he traído pegada se ha ido, espero, por el sumidero de la ducha.

2.
 El perro de Andrés en las Pedanías Altas. Foto: José Luis Molina

Hay en Calabardina un personaje peculiar. Antes, iba recogiendo los perros y gatos, se los llevaba a su casa, los curaba o los llevaba al veterinario si hacía falta, les daba de comer y su casa y alrededores eran un infierno. Protestaron las gentes y entonces cambió de técnica y de táctica: coge la bicicleta, echa en ella el pienso para los gatos y perros, va por los lugares llenos de floresta o los bajos o jardines de las casa inhabitadas durante el invierno y le pone sus platitos de pienso y su agua para que beban. ¡Qué idílico! ¡Qué tierno! Pero, la verdad que lo único que consigue es que esos gatos procreen felizmente y la calle se llene de perritos y gatitos más monos que la leche. Monos no, gatos y perros, sobre todo gatos. Los veo desde mi atalaya desde la que domino la calle tranquila. ¿Y cómo le explicas a un cabezota que es mejor dejarlos quietos y solos y que la naturaleza o que Dios provea? Pero también cabe preguntar por qué la gente abandona sus mascotas. Ahora son mascotas, antes animales de compañía, y antes perros y gatos que vivían felices y se iban de ronda entrando y saliendo por su gatera. Cada casa tenía su gato para ayudar a pasar hambre: sólo se comían las sobras y además comían de lo que tocaba ese día. Ahora están amariconados con perdón y comen pan Bimbo y unas cosas de nombre americano que venden en los supermercados.

3.


                                       Esas espaldas no son mías. En las Pedanías Altas. Foto: José Luis Molina

Si esto fuera un diario, ya no sabría qué escribir el día 3. He de anotar desde ya las cosas sobre las que pienso escribir para que no se me olviden y ponga sólo tonterías. Como ahora. Pero eso también iene su pobre encanto. El sol calcina esta parte de la vida. Me pregunto qué será el sol al otro lado del SAHEL. ¿Cómo vivirán los tuaregs? ¿Cómo lo hará el pueblo saharaui? O nos hemos vuelto, al menos yo, más cómodos, o la verdad es que ha aumentado la temperatura. Antes, hace 50 años, parecía, desde la perspectiva actual, que hacía menos sol o que era de otra manera. Quizá se deba todo a que no había dinero para protectores solares o no había dinero ni para que los pobres fuesen ricos en pobreza. Pero un baño era una bendición. Por eso, ahora, desde el balcón que da a la calle tranquila, todo parece distinto: disfruto más en la casa, apenas puedo mirar a la luz porque los ojos me lloran, estoy más viejo, estoy más lúcido. Hoy, parte de la familia se va a Alemania y durante diez días estaremos pendientes de ellos, como ahora con los otros que están en Italia. Acaso sucede que ya no soportan unas vacaciones en Calabardina y por eso buscan países comunitarios. O porque son snob. Lo que deben hacer es descansar y preparase para el otoño, pero esa manera de pensar indica cierta vejez, no haber vivido esta época. Sin duda, cuando sean mayores tendrán más soltura que yo en un aeropuerto. Pero es que yo sólo estoy suelto en las Pedanías Altas, de las que debo hacer nuevas fotos. Acabo de ver las plantas que hay en el vergel en que se ha convertido el balcón que da a la calle ruidosa, donde se han colocado las macetas que se cayeron al suelo en el sismo de Lorca. Habrá que traerse alguna más. Ya les sacaré fotos. Y, si estoy tan mal inspirado como hoy, mañana ni aparezco.

                                                    Calle principal y única de las Pedanías Altas. Foto José Luis Molina

No hay comentarios:

Publicar un comentario