viernes, 29 de junio de 2012

CUESTIÓN DE HORAS (Dies fugit)

En las librerías de dos ciudades tan culturales como Águilas y Lorca, no he podido adquirir el libro de Inma Pelegrín, Cuestión de Hora (Dies fugit) por el que tenía un noble interés para proceder a su lectura que, iniciada tras recoger en correos el sobre en el que venían los ejemplares adquiridos, he debido interrumpir porque otros menesteres a los que presto atención diaria tras el terremoto lo han exigido así. Pero, después de la comida y el sestero que cae en esas horas eternas en las que el calor del verano nos castiga con rigor, hasta hacernos sudar y sentirnos molestos, he escaneado la portada del libro y variado su color para que sea más visible.


Pero todo parece lo mismo, así que le restituiré el color primitivo porque tampoco aporta mucho lo que acabo de hacer. Mi primera impresión es muy grata. Es una poesía aparentemente fácil pero que encierra la dificultad de lo sencillo. En segundo lugar, es una poesía gratamente femenina, con ese enfoque de cosas y situaciones que sólo una mujer consigue de una manera frágilmente sencilla pero que, no sólo en el fondo, sino en la apariencia bajo la que se construye, es de una fortaleza envidiable:
Por los huecos que deja la persiana
una difusa luz
dibuja en la pared
una hilera de puntos.
Flota, indolente, el polvo sobre el aire,
sobre los muebles,
sobre la mañana,
sobre el simple ejercicio de vivir.
Cada día mi cuerpo
pierde un millón de células.
Cada día se rompen o desgastan
millones de millones de utensilios
al trasluz del azar.
Ahora mismo una estrella,
de no sé qué galaxia,
se está volviendo polvo.
Mientras que, con su baile
de siglos y carcoma,
el universo danza en el salón.
Así que, tras lo leído en la página que precede a este poema que se inicia a las seis de la mañana, es fácil deducir que el libro nos va a transmitir una experiencia de un día en la vida de la poeta que, como para casi todos los 'currantes', queda marcada por el reloj, del que la hora es una evidencia. Y eso advierte graciosamente y con mucha originalidad la poeta al comienzo del libro: "Esta, y las demás leyendas al principio de cada sección, son inscripciones de un reloj de sol", lo que constituye un leit motiv que arrastra la carga de afectividad que hace que el poema circule en la cercanía de una situación humana fácilmente experimentable. Sólo que la poeta ha estado muy atenta y lo expone como una lección de vida aprendida diariamente. La poeta ha alterado levemente el tópico clásico (tempus fugit) pero todo viene a ser lo mismo, sobre todo, si se trata de las cosas que suceden en la vida que son cuestión de horas.


Incluyo también la primera leyenda sobre la que se construye el libro, o mejor expresado, la primera sección del libro. En sucesivas entradas iremos explicando lo que nos ha impresionado o emocionado del texto que vamos a concluir cuando baje un poco la hoguera que no encendieron el día de San Juan y que hoy, día de San Pedro, cae como si de lluvia se tratase.

Calabardina, 29 junio 2012
José Luis Molina Martínez


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