sábado, 30 de marzo de 2013

SEMANA SANTA (5)


ASÍ PASO MIS DÍAS...


PENSAMIENTOS PARA UNA MEDITACIÓN ESPIRITUAL

1. Adoración es el corte caliente en el alma, incisión de verdad y certeza de que Él es el TODO y yo la NADA, y de que mi NADA debe darse TODA al TODO.

2. Si sientes por dentro el temor de que te pida algo, la inquietud de lo divino, el roce de lo sobrenatural..., cree que es una palabra que Él arroja en tu alma como una semilla.

3. La oración es poner la divino en lo humano y transportar a nuestra vida de criaturas la vida misma del Creador. Por eso, la oración debe ser espontánea, fresca, comunicativa; como una expansión y un desahogo necesario, como un diálogo de amor hecho acto, que nos dé la percepción divina de nuestro interlocutor.

4. El cristianismo es la unión de lo divino con lo humano, pero esta conjunción no cambia las condiciones de la vida terrestre. Por cristífera que quiera ser un alma, tendrá que continuar con sus jornadas diarias, comiendo, durmiendo, relacionándose con otros, caminando, estudiando, etc.; pero en todo eso natural que nos humana, podemos poner lo espiritual que nos diviniza.

5. Hagamos en el alma silencio, la quietud de las cumbres, el reposo de los laboratorios. Las mejores reacciones de nuestra transformación interior, la fase más trascendente de nuestra vida espiritual requieren y exigen largas horas de calma..., de inacción...

(Tomado de Almas de espíritu sacerdotal, por una misionera cruzada de la Iglesia, 2ª edición, Madrid, 1955). Uno entiende que todo esto esté en desuso, pero también me parece que se puede  tomar un momento de sosiego y mirar hacia el interior. En libertad, plena y pacífica.

EN LA CARTUJA DE MIRAFLORES. ÚLTIMA ESTACIÓN

(c) http://cofrdesdelasolana.blogspot.com.es/2010/10/retablos-espanoles.html

Cuando la cera de mi carne flaca,
blandón de tus altares, se consuma,
quiero dormir entre los altos muros
del claustro silencioso, en que te ofrezco
mi diaria labor, mi amor perenne.
Año tras año fui labrando el vivo
panal de mi existencia solitaria:
mis días, como células menudas,
colmáronse de mieles que el gozo
de tu contemplación libó extasiada
la oración sin palabras de mi pecho.
Viejo soy: este cuerpo de la tierra
por la tierra suspira. En ella pose.
Ya sus brazos me tienden las desnudas
cruces de tosco leño, a cuyo amparo
duermen los padres, los hermanos míos.
Mi cuerpo, al deshacerse, hará jugosa
la tierra humilde que en el cantueso luce
su roja flor entre el follaje oscuro.
Brotarán de mi pecho algunas flores
y las abejas que zumbando fingen
un rumor indistinto de plegarias,
única voz hermana del silencio,
libarán sus corolas bienolientes.
Así otra vez mi cuerpo a tus altares,
trocado en cera, he de volver un día
para morir de nuevo, consumido
por amorosa llama, en tu presencia.

Enrique Díez-Canedo (1920?)


José Luis Molina
Calabardina, 30 marzo 2013

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