Ilustre mesa, señoras, señores,
amigos en esta ocasión unidos
en el salón de terciopelo y flores
que nos cobija, amable, recibidos
con gratos abrazos, para, con gozo
contenido, celebrar, apercibidos
de su solemnidad, si desbrozo
ritual de protocolo, la entrega
del Elio de Lorca, negro mozo
popular, a quien lo vasto doblega
del estudio, doctora hábil, de nombre
dulce, María Arcas Campoy, estratega
de intelecto fecundo. A quien no asombre
su prestancia y su conocimiento puro,
su capacidad excelente, su renombre,
su cadeo sulamita, el conjuro
de sus ojos agarenos, la alegría
que su conjunto expone, yo aseguro
que la paz de su rostro, su armonía
en una edad tranquila, aún no vencida
por desaliento, su alba letanía
coral, su sabia esencia concebida
para la soledad del estudio, todo
eso ayuda para ser la elegida,
para que hoy, recepta con aplausos, modo
elegante de presentar honores,
recoja el premio signado en acomodo
de todo el jurado. Digo, señores,
que es lo mejor para tener a Lorca
en La Laguna, persona en amores
partida entre insular y godo, torca
tierra una, la otra suelo grato, duna
templada en Tenerife, rauda dorca
en la calima del Teide, en alguna
noche clara de enero en Lorca pura,
gente noble de antigua hidalga cuna.
El sufrimiento, allá, de la locura
del trabajo sobre textos, la amada
traducción de poetas en madura
soledad ejercida, sol de cada
tierra: del Magreb, qasida de ónice
moreno; de Al-Ándalus, la cantada
jarcha amorosa. Metas otras, dice
su oráculo, le esperan de seguido.
Mas, disculpen, perdón repito. Brice
mi palabra el silencio. De corrido
hablo, impertinente, y sólo ocurre esto:
nada expreso con sentido, no mido
tiempo, llevado del afecto. Presto
quedo para el discurso: esos datos
relevantes de Marita, albo resto
de hada en lejano silencio, hatos
de ojos atezados. No olvido el fallo
tan acertado del jurado, latos
pareceres acordes. Tan justo hallo
que valoran el don de la premiada.
Ruta de flores, aromas y tallo
arbustado de la violeta hallada
en las cañadas del Teide profundo,
María, que gustas de flor tallada
en la bojalaga, en el baladre, mundo
floral lorquino que tu arriate adorna.
Felicito al jurado. Es más, abundo:
todos eran merecedores. ¿Sorna
esa realidad? Pues, no ¿Quién llega
a la corona de laurel? Ya torna
el auríspice que el oráculo alega
como garante: gana quien consigue
la aprobatoria sonrisa. Se agrega
unanimidad acorde. Litigue
el jurado: acuerdo tan generoso
honra a todos, oh dulce triunfo, abrigue
la amistad la discrepancia. Hermoso
silencio cómplice de todos prueba
cuanto digo. El pueblo asiente orgulloso.
Superada la sorpresa, se comprueba,
cómo disfrutas, tan elegante, el fallo.
Tu breve palabra culta renueva
lo que asevera tu rostro, albo tallo
arrebolado: felicidad presa
de cariño y añoranza, agua de mayo.
Si comencé el discurso, ilustre mesa,
con esas palabras, muy vehemente
debí sentirme de cumplir promesa
tan sentida. Y, atolondrado, mi frente
olvida tan alto magisterio y nada dice
de la noble Asociación que siente
a Lorca en su corazón y bendice
a quien la sirve y destaca y su nombre
con orgullo esgrime. No contradice
amar el terruño mientras se asombre
el alma y lo ponga tan adentro
que sólo soñarlo, pensarlo, alfombre
desde el otro mar, la ruta, el centro
mismo de la lejanía. Una así uno
y otro territorio: isla verde encuentro
junto al viejo continente. Ya acuno
en mi recuerdo alegres viejos días
en aquel archivo obsoleto, ¡oh tuno
divertimento!, analizando rías
de ciencias ocultas en los caletres
de aquellos escribanos. ¡Oh alegrías
descubiertas en legajos, acetres
de agua científica. Allí huríes, guerras,
hombres y tierras fronteras y cetres,
alfaquíes, Orce y Galera, perras
tablas plúmbeas, cartas romanzadas,
Vélez el Rubio, tan cercanas tierras!
Castillos son enhiestos, adornadas
calles de nombres populares, sedes
municipales, plazas porticadas,
claustros de monjas religiosas, redes
andariegas, antiguas puertas, soles
en el cielo de Lorca: a nadie cedes
en belleza, blasones, altas moles
en tierra de conquista. Hallamos esto
en libros de Marita, tornasoles
científicos aromados en cesto
arábigo de esparto artesano
en donde coloca lírico gesto
que es su dedicación, noble galano
empeño, a los árabes poetas natos
en la Lurka de entonces, mano
erudita la de María, datos
y estudios la acompañan. Se merece,
pues, el galardón, que muchos ratos
será su compañía. Otro año acrece
el premio candidatos merecidos,
dignos, como ella, del Elio. Florece
así amplio ramillete de nacidos
en la Lorca del nuevo mestizaje
que trabajarán por los renacidos
honores del Elio. Rindo homenaje
a los candidatos y a la hoy electa.
Porque muestran de lorquinos coraje,
saudade, amor a su terruño. Afecta
queda nuestra ilusión. Honor sincero,
Amigos de la Cultura. Dilecta
mesa ilustre: este de versos rimero
compuesto con afecto es una muestra
de cuanto puedo decir en somero
resumen, con lírica voz, ya vuestra,
de la nueva Elio digna, mal vocero
innecesario para esta gran maestra
presentar, pues su mérito primero
es su modestia sencilla. La admiran
familiares, amigos y un sincero
mundo de letras. Sus textos inspiran
deseos de imitación. Gracias, María,
por escuchar mi pobre voz. Deliran
Lorca e isla, por ti, dulce fantasía.
Celebra, pues, el cálido homenaje
que te ofrece tu propio pueblo. Ansía
recordar siempre este momento. Paje
soy anunciador del galardón. Al Elio
mira en tus horas de morriña, raje
el velo destello negro, perihelio
que acerque isla y Lorca, María,
pues quedas ya en los anales. Belio
sea el premio que suene en armonía
como isa dulce a tus oídos puros,
como jota lorquina. Sinfonía
sea para siempre en aquellos muros.
CODA
Mi homenaje atento falta, Marita.
Mucho tiempo para ello no he tenido:
todo era hilvanar un texto florido.
Al final, amiga, te felicita
con admiración quien así explicita
tus méritos galardonados. Mido
el valor de tus escritos. He sido
honesto en mi criterio. Solicita
mi impericia concedas indulgencia
si he cometido error en el discurso
quizá no tan feliz como esperabas.
Si, tal vez, torpe, me faltó elocuencia,
la suplió mi afecto como recurso.
Que todo salga bien, cual lo soñabas.
CURRICULUM BREVE
Nacida en Lorca, formada en la Universidad de Granada y dedicada a la enseñanza de Lengua y Literatura Árabes en la Universidad de La Laguna, desde 1 de octubre de 1976 hasta la fecha, es Catedrática de Árabes e Islámicos, en aquella Universidad, Marita Arcas ha dedicado parte de su investigación a la Lorca árabe y a la frontera con el reino nazarí. Destaco su tesis de Licenciatura, inédita aún, titulada Lorca Musulmana según los autores árabes. Aportaciones geográficas, históricas y biográficas, dirigida por el Dr. D. Jacinto Bosch Vilá, Universidad de Granada (1971). Y, por mi particular interés literario, destaco sus estudios inéditos sobre el poeta Abenhalaj. Citar los numerosos artículos que sobre su especialidad ha publicado sería atentar contra la cordialidad de este acto que se presume afectivo, distendido y no apto para enumerar glorias académicas, que las tiene y sabemos. De ahí deriva la concesión de este Premio. Conoce también los documentos de esa época que se custodian en el Archivo Municipal de Lorca sobre los que ha publicado numerosos artículos que recogen prestigiosas revistas nacionales e internacionales. Pertenece a varias Asociaciones Científicas y Culturales. Me doy cuenta ahora de que he comenzado saltándome quizá las más elementales normas usadas para estas y similares ocasiones, pues entré directamente en cuestión sin saludos oficiales. Sólo me queda pedir disculpas por mi ansia en cumplir mi cometido. Pero, posiblemente, de estar en mi lugar, ustedes hubieran hecho lo mismo: dejarse llevar por el corazón para explicar las excelencias de la persona laureada a quien me ha tocado, por su voluntad expresa, presentar en esta jornada gozosa, más alegre aún por las dignas personas que presiden el acto y por la presencia de tantos familiares y amigos.
José Luis Molina Martínez
Calabardina, 29 septiembre 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario