El que, cuando investigo, si no tengo los libros a mano los adquiera en librerías de viejo, origina que haya en casa un escándalo y un doble gozo, el mío por tenerlos, tocarlos, leerlos y conocer la época en que se publicaron, y el de mi hija por su adquisición, pues piensa que mi biblioteca será para ella. El escándalo va envuelto en una pregunta que es afirmación: ¿Dónde metes el dinero? Sobre Clemencia Laborda me fue complejo hallar documentación y, sobre todo, leer sus poemas. Esta mañana el cartero me ha dado la oportunidad del tema del día en el blog: me ha traído dos reembolso. El primero, JARDINES BAJO LA LLUVIA, Madrid, 1943, el mismo año de ÉGLOGA, de Alfonsa de la Torre, por quien se ha desencadenado mi actual ocupación literaria. El libro trae un dibujo de LADEHER, que no sé quién es y no he encontrado datos en internet. Muestro el dibujo y la portada.
El dibujo tiene la misma concepción que los de los años 20 del siglo pasado que aparecían en los libros de Renacimiento, Mundo Latino y librerías/editoriales semejantes.
El libro arranca de este modo:
Los verdes brazos del jardín imploran
del líquido cristal húmeda ofrenda:
ya que al jardín con su verdor decoran
justo es que su demanda al cielo atienda.
Y mientras en cabellos se desfloran,
al impulso del ábrego sin rienda,
baja el chubasco en alazán ligero,
convertido al galope en jardinero.
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El segundo libro de lectura de hoy es el de otra poeta del círculo de ALMA, de Josefina Romo. Lo de Ana Inés Bonnin Armstrong es como más delicado, más ingenuista, más íntimo. Pertenece a otra sensibilidad exquisita, femenina, exótica. Para Manuel Arce, director de la colección La isla de los ratones, de Santander, Luz de Blanco (1952) es un poema cuyo desarrollo emotivo semeja una fidelísima panorámica del alma del poeta". Cuando se vea, a continuación, el retrato de la poeta, se piensa que no podía ser de otro modo, pues de otra época parece la estética pulcritud de Ana Inés. Su retrato es algo colonial. Sin peyorativos. Es como para poner en un camafeo, por su belleza serena, eterna. Y si no en camafeo, en un marco ovalado, como los que poblaban los salones ilustres de las damas de antaño.
El poema motivo con el que se abre el libro es el siguiente:
Pequeñamente muerto
mi pájaro encontrado
allí, sobre la tierra,
y después, en mi mano,
las patitas al aire...
Siempre así lo he dejado:
las patitas al aire,
pequeñamente muerto: luz de blanco.
Si yo le hubiera dicho,
date vuelta en mi mano,
para sentir su pecho,
tan dulce, resbalándome,
él no me hubiera dicho,
-lejos ya- te he volado
y, ahora tú,
pequeñamente muerta: luz de blanco.
Seguiremos con este asunto cuando Dios quiera.
José Luis Molina Martínez
Calabardina, 29 octubre 2012
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