AZARBE fue una revista literaria murciana, una más de las muchas que proliferaron en la época, que se mantuvo entre 1946 y 1948. Francisco Javier Díez de Revenga, a cuyo cuidado estuvo la reproducción facsímil que hizo la Academia Alfonso X el Sabio de Murcia, en el año 2005, nos indica que "aparece como colección, más que como revista, poética y literaria". Fue creada por Salvador Jiménez (!921-2002), Juan García Abellán (1924-1998), Jaime Campmany (1925-2005) y José Manuel Díaz, fallecido en 2004, profesor de griego que fue de la Universidad de Murcia, y que nunca participó en la revista. Se publicaron 15 cuadernos o 'entregas'. Entre otros colaboradores, figura Celia Viñas. Díez de Revenga escribe: "Desde Almería, Celia Viñas, escritora catalana, poetisa, catedrática de Instituto, contribuye con textos suyos a dos entregas". Efectivamente. En el número 10, aparecido en 1947, Celia Viñas, nacida en Lérida en 1915 y fallecida en Almería en 1953, publica dos poemas, MALLORCA y YO, ISLA. Y en el número 15 y último, de 1948, otros dos, TRISTEZA ES HERMOSURA y OTOÑO. No sé si estos poemas figuran en sus obras más o menos completas que se hayan publicado, pero no en ninguno de los libros que poseo relacionados con la poeta, que son los siguientes: Vida y obra de Celia Viñas Olivella (Diego Antonio Casanova, 1955), Canto (Madrid, 1964), Poesía última (1980) y Canción tonta en el sur (1985). Como conocí y traté a Arturo Medina, su esposo, él fue quien me obsequió el libro Canto, de la colección Ágora, libro que me dedicó con afecto: "En nombre de Celia, para José Luis Molina, estos poemas que yo se los dedico con todo cariño". Lorca, 14 de noviembre de 1988. Ahora veamos uno de estos poemas:
Yo, isla
Bosque de sangre y corazón mojado...
El mar. ¡Silencio! El mar... Hay un velero
en el fondo del agua amortajado.
Y el grito de la angustia, este certero
itinerario fiel de la pradera
dibuja bajo el canto marinero.
Cicatrices de quilla sin frontera
cada ruta la mano del Señor
y el lejano gemir de la escollera.
Encadenado perro del dolor,
sumisa mansedumbre de la vida,
cada camino la mano del Señor
restañando la sangre de una herida.
El mar. Silencio. El mar. Amortajado
bosque de sangre y corazón mojado.
Celia Viñas Olivella |
Calabardina, 25 noviembre 2012
José Luis Molina Martínez
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