viernes, 2 de noviembre de 2012

ALFONSA DE LA TORRE, CLEMENCIA LABORDA Y ANA INÉS BONNIN EN "LÍRICA HISPANA"


Alguien, alguna vez, tendrá que hacer la historia de esta pequeña revista, la primera revista de poesía en Venezuela, cuyo lema era "Poesía es la esencia de todo". Muchos poetas españoles, incluido Gabriel Celaya y Amparo Gastón, han publicado poemas en ella. En este número, cuya imagen acabamos de contemplar, y para cerrar el tema de las colaboradoras de ALMA Clemencia Laborda y Ana Inés Connin, transcrito y rescato del pasado olvidado un poema de cada una de ellas y otro de Alfonsa de la Torre, origen de todo este puñado de cerezas que, una tras otra, unidas, se enredan entre sí y abren nuevos horizontes. Estos poemas que siguen se encuentran en el nº 209 de la revista, año 1960. La revista había sido fundada en febrero de 1943 y eran sus directoras Conie Lobell y Jean Aristeguieta. Aparecía la revista en Caracas.

TE QUIERO, AMOR
Ese quererte yo sin saber cuánto,
sin pesarte en las alas de mi alma,
me dice, amor, que tú eres fuego y calma
sonrisa de mi sangre, pero llanto.

Amor ¡amor! si lloro no te importe
no te duelan mis lágrimas, prefiero
lo inmenso que sonríe a lo que hiere
pequeñamente muerto ya en su norte.

Lo inmenso que sonríe... ¿No es el mundo
contigo y, por contigo, enamorado
sin adiós ni rencores, hecho espiga?

Riega el mundo, conviértelo en la miga
de tu pan amasado y apretado
que sabe a pan alzándose fecundo.

                                         Ana Inés Bonnin Armstrong

ÁVILA
Ávila en el camino de los santos,
presa de claridad, blanca abadesa,
madre de Juan y madre de Teresa,
en paisaje de santos y de cantos.

Ávila en pie, descalza, con sus mantos
de nieve con sus tocas de profesa,
por la atadura de los siglos presa,
Ávila, santa y pura entre sus santos.

Ávila con sus torres, sus postigos,
sus cigüeñas, sus monjes, sus mendigos,
su dureza de piedra y su ternura.

Ávila entre la nieve recatada,
carmelita de nieve coronada
en el hondo latir de su blancura.

                                    Clemencia Laborda

ENGRANDECÍ CON LÁGRIMAS
Engrandecí con lágrimas tu cauce,
tu fuego alimenté con rojas llamas,
y no me queda un pájaro en las ramas,
ni al borde de mi río un triste sauce.

Se lo llevó el dolor de avara fauce
desde que no me buscas ni me llamas,
estoy en duelo porque no me amas
y no encuentro en la vida qué me encauce.

Como resto de nave, a la deriva
me pierdo por los mares del invierno
sin saber si estoy muerta o estoy viva.

Y puede ser que  llamen a este infierno
vida, cuando el vivir ya sólo estriba
en un morir profundo, lento, eterno

                                 Alfonsa de la Torre

José Luis Molina Martínez
Calabardina, 2 noviembre 2012

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