miércoles, 12 de agosto de 2015

INCISOS INCISIVOS

Me explico: lo de incisos porque interrumpen lo de T. S. Eliot. La de incisivos, no porque vaya a tirar mordiscos a diestro y siniestro, sino que pongan algo de "picante" en los criterios míos que explico.

Ilustración: (c) Lucas Cuenca



Una vez que me he explicado, inicio con un
AVISO PARA NAVEGANTES: opinar no quiere decir ni descalificar, ni dar ladridos a la luna, ni arremeter contra alguien sin ton ni son. Esto sólo quiere decir que expreso mis pensamientos ajeno a los demás, pues nunca pongo mala intención. Los estereotipos que sobre mí corren me pueden marcar y de ahí pueden pensar que no hay dos sin tres. El día que no hablo con nadie soy feliz porque se supone que he evitado una discrepancia, un altercado y quizá miles de sopapos a diestro y siniestro. 

Este lugar se llama Garnatilla. Ahí estuve de maestro en los años 1963 y 1964.
Todavía no escribía, pero pensaba hacerlo.
Foto: (c) José Luis Molina.
1.
Hoy sufrimos una sobreabundancia de libros escritos por analfabetos ilustrados que se inscriben en una escuela de formación de escritores y hacen lo que se les dice -literatura creativa-, pero se olvidan (algunos) de que quod natura non dat Salmantica non praestat. Eso no quiere decir que un iluminado de estos no venda cinco millones de novelas (y sea efecto llamada) puesto que las editoriales, las grandes, las multinacionales, dominan el mercado e imponen sus libros en el mercado. Eso interesa a los mercaderes de libros, autor o editorial. En definitiva, el dinero a través de la literatura. La literatura por la literatura, como al arte por el arte, es algo que no se practica mucho. No hay nada ilegítimo en hacer dinero mientras se escribe.

Posiblemente haya mirlos en estos sembrados. Foto: (c) José Luis Molina.
2.
(Casi) todos los libros que triunfan son mediocres. ¿Por qué? Porque el lector es mediocre. Si el lector no leyera ese tipo de libros, no se publicarían. La gente, el lector, busca libros livianos para no calentarse la cabeza. De ahí hemos pasado al libro de evasión: casi todos. Porque (casi) todos obedecen a esquema similar. Ejemplo: roban un cuadro de un edificio antiguo al parecer abandonado y hallan que por detrás hay un sobre con un manuscrito que hay que desentrañar para solucionar el enigma que se plantea. Le añadimos sin tasa escenas de sexo, un trío aventurero -dos y una-, algún viaje peligroso, algo de exotismo, una búsqueda en edificio antiguo -convento, iglesia, palacio-, se agita todo y ya está. El libro mediocre llena el mundo. El menos bueno se autoedita y se vende por los pueblos cercanos. Vender mucho no es indicio de que el libro sea bueno. La crítica se dedica a bendecir esos libros. Los lectores los consumen. Por eso no hay ni un Azorín, ni un Baroja en el mercado. Si acaso, un Marías, un Muñoz y algún otro que dura una temporada. Por todo ello, ya repetido antes, me abstengo de leer best-seller, los Ken Follett, Dan Brown y en ocasiones ni a los Auster. Hay que leer a los clásicos. ¿Quéeee? Sí. Clásicos son ya los libros que cuando menos han superado los ocho o diez años en candelero y se siguen comprando y leyendo. Con ellos no te equivocas. Y si lees a los clásicos del siglo de oro mejor.


CONTINUARÁ porque verano y calor asqueroso queda.

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