Fernando Cuadrado tiene una vista excepcional para lo que considera -o es- literatura si no marginal, sí minoritaria. Un día cualquiera, con una ingente cantidad de sosiego, haré una letanía con el nombre de los escritores que no leía -ni conocía- porque estaba dedicado a escribir y que Fernando me ha ido señalando. El último de esa lista, hasta hoy, sería José María Conget. Documentarse para un ensayo, redactar y corregir aleja de la lectura novelística. Si tengo un hueco, escribo poesía porque, a pesar de que no tenga valor alguno, es un ejercicio que me purifica e ilustra. Así que un nombre concreto, en un momento concreto, es algo que me alivia de las tareas pedestres. Y así ha sucedido con LA BELLA CUBANA (Pre-textos, 2014). Es de esa clase de novela que sólo funciona por el boca a boca o tienes noticia de ella por algún blog de algún literato avanzado y de buen gusto y que, además, entiende. Esta novela es un ejercicio literario doble: para el autor y para el lector. Al abrir el libro hay que juramentarse para no abandonar la lectura. Se va recibiendo información que se va cerrando poco a poco y hasta la última página no se da por concluso el círculo. Tiene todos los alicientes e ingredientes de la novela moderna. contemporánea, última, casi experimental y post-moderna. Está tan bien medida que leerla es una garantía de poder pasar un rato grato y lamentar tener que dejar su lectura por cansancio, sueño o ser hora intempestiva. Iba a decir que es una novela intelectual escrita por un profesor que conoce la crítica actual y sus tendencias y la construcción de un engranaje novelístico que te hace sentirte satisfecho cuando llegas a la página 201 y última, cuando todo se comprende y un suspiro solemne elimina la tensión creada a lo largo de su lectura. No es una novela propia del consumo literario, best-sellers ni nada de eso. Es una lectura que está a otro nivel y te reconcilia cn la novela porque se está leyendo buena literatura. Así que gracias a Fernando. A los posibles lectores, decirles que no es una novela tradicional y que sean ellos mismo los que se decidan a dar el paso. Esta novela es otra cosa.
José María Conget |
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